miércoles, 12 de septiembre de 2018

El ojo del abismo. Entrevista a Ricardo Canizales

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Javier Zamudio


Si algo vale la pena resaltar de las editoriales universitarias es su obstinación por hacerse un lugar dentro del mundo de la edición literaria; cada vez, con mayor entereza y riesgo, le apuestan a la publicación de novelas, libros de cuentos y poemarios. Sus catálogos se han nutrido, por igual, de autores noveles y consagrados. Este es el caso del libro Poemas para nadie, publicado por la Universidad del Valle en su colección Las Ofrendas, donde se han publicado poetas destacados como Juan Manuel Roca, Rómulo Bustos Aguirre, Mery Yolanda Sánchez, Martha Patricia Meza, Álvaro Bautista-Cabrera, Cristina Valcke, entre otros.

La primera vez que supe de Poemas para nadie fue en un festival nacional de poesía organizado por Martha Patricia Meza en el año 2009. A Ricardo Canizales ya lo conocía y aunque algo sabía de lo que escribía, no había tenido la oportunidad de escuchar sus poemas y, lo más importante, conversar con él sobre ellos. Fue en un hotel de Manizales, cuyo nombre se ha borrado de mi memoria, donde le expresé mis primeras impresiones ante una poesía que se aproximaba a lo esencial a través de un lenguaje abstracto, y donde me parecía notar una influencia de Samuel Beckett. Incluso de Paul Auster (pensaría años más tarde).

Muda
Hasta la premonición
La palabra
No es, el sonido en su abismo
El eco es absurdo en su fábrica de huellas

Sin embargo, esta conversación inicial no cristalizó en preguntas puntuales hasta 8 años después, cuando la publicación del libro estaba en proceso. Para entonces, Ricardo había participado en la versión número 42 del Salón Nacional de Artistas y había sido invitado al Festival Internacional de Poesía de La Habana. Nos vimos en Cali, durante la Feria Internacional del Libro, y pudimos retomar lo que ocho años antes no era más que el germen de su libro.

Nuestra conversación, que inició en su casa y se extendió en un taxi hasta el lugar donde se celebraba la feria, giró en torno a varios temas: el lenguaje abordado en su libro, su concepción de lo poético y su manera de trabajar.

“Estos textos son el resultado de una búsqueda muy íntima que encontró en la filosofía caminos más o menos amables para trasegar. De manera que, aunque cuentan con una forma poética, son esencialmente respuestas, o más que respuestas, conclusiones, estaciones a las que fui llegando y que se configuran en un lenguaje poético necesariamente, pues parece el único camino para construir posibilidades existenciales”, respondió Canizales a mi pregunta sobre el lenguaje filosófico en el libro.

“Por otro lado, el lenguaje es evidencia, mediación, convención y hábito del existir humano, es en él y por él que se logra trascender lo meramente material, la condición biológica inmediata, pero al mismo tiempo es la cláusula por franquear. Si hay una labor poiética y poética es la de odiar al lenguaje, es allí donde mejor sentido encuentra lo que pueda decirse del amor al odio”.

Las respuestas de Canizales estaban llenas de misterio y hondura. Imaginé el lenguaje como un gran muro que debía ser franqueado para encontrar el poema. Esto me llevó a preguntarle su definición de lo poético.

“Es una paradoja, justamente en eso radica su esencia y su posibilidad, una forma urobórica e infinita. Es, la poesía, como una de las formas de la Poiesis, la disposición de elementos del lenguaje, en forma de palabras, que permiten las condiciones de encontrarse de nuevo sin convención, deconstruido, con la posibilidad de reorganizarte en términos del sentido, en últimas, de resignificarte y, por tanto, resignificar el mundo”.

Canizales terminó su definición, mientras el conductor del taxi alejaba por instantes sus ojos de la carretera para contemplarlo a través del espejo retrovisor. ¿Habrá pensado que estábamos locos? Quizá, pero su definición cobraba sentido para mí, quien conocía los poemas de su libro. Esto me recordó uno:

POESÍA

No puede
El ojo del abismo
Saber si el hombre
Cae o volará.

Faltaba poco para llegar a la feria, de modo que llevé la conversación hacia lugares más triviales. ¿Qué autores te han influenciado? ¿Cuáles consideras se asemejan a esta manera de concebir lo poético?

“Como sujeto cultural uno apenas y alcanza a percibir las coordenadas que señalan su ser, su quehacer; es un trabajo apenas abarcable ese de la conciencia de cuantos vectores atraviesan tu discurso, de qué voces te habitan, de cuán novedosa puede ser la consecuencia de tu creación. Entonces es largo y no encuentro forma de poder decir algo más o menos claro al respecto, entre la filosofía, la literatura, el cine, las conversaciones, la televisión, el periodismo y más”.  

Por más que intentaba, era imposible sacarle respuestas típicas a Canizales. Eso se debía a que, entre el compañero de viaje en taxi y sus poemas, no había ninguna diferencia. Él parecía un manojo de palabras que debía ser superado para abarcar esa materia infinita que se iba formando en su poética.

Estábamos sobre la calle Quinta, a lo lejos vi el puente de la carrera 10. No faltaba mucho antes de que tuviéramos que bajarnos. De modo que hice mi última pregunta. ¿Cómo era su método de trabajo? ¿De qué lugar provenían estos poemas tan cargados de significado?

“Cada palabra es como una innecesaria mancha en el silencio y en la nada” –diría Beckett. Si es que se puede referir como método, se me ocurre llamarlo sistema creativo/reflexivo, una manera de hacer que, en mi caso, posibilita una Poiesis. Estas secuencias poéticas encuentran un camino hacia la paradoja y la indeterminación en lo abstracto como estrategia en la búsqueda de las condiciones que posibiliten la poesía, eso trae la necesidad de un “aparato abstractivo”, contenido abstracto de los términos.

“Así pues, por ejemplo, los bosques que fundan la colonia de NADIE en una poética de la posibilidad son abstracciones que aparecen, sin embargo, como soporte de temáticas e imágenes de un sentido aparentemente desmaterializado. Ya lo diría el epígrafe del libro:

EPITAFIO

Aunque también es lo que parece
No por parecer lo que no es
Deja de ser
Lo que es.
  
 Canizales no me decepcionó. Su respuesta reflejaba un trabajo poético realizado con seriedad, desde una artesanía mística. No era algo improvisado. Nos bajamos y caminamos hasta ver las carpas de la feria. Tenía más preguntas, pero me las aguanté. Pronto nos perdimos entre otros libros y en los encuentros casuales con amigos. Sin embargo, no dejé de pensar en Poemas para nadie, al que regreso siempre con el interés de un explorador en tierra desconocida.  


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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

1 comentario:

  1. NO ESTUDIÉ LITERATURA, PERO LA VERDAD, ASOMBRADA. REALMENTE GENIAL, POR LO MENOS, ES LO QUE ME LLEGA. FELICITACIONES

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