Javier Zamudio
Si algo vale la pena resaltar de las editoriales
universitarias es su obstinación por hacerse un lugar dentro del mundo de la edición
literaria; cada vez, con mayor entereza y riesgo, le apuestan a la publicación de
novelas, libros de cuentos y poemarios. Sus catálogos se han nutrido, por
igual, de autores noveles y consagrados. Este es el caso del libro Poemas para nadie, publicado por la
Universidad del Valle en su colección Las Ofrendas, donde se han publicado
poetas destacados como Juan Manuel Roca, Rómulo Bustos Aguirre, Mery Yolanda
Sánchez, Martha Patricia Meza, Álvaro Bautista-Cabrera, Cristina Valcke, entre
otros.
La primera vez que supe de Poemas para nadie fue en un festival nacional de poesía organizado
por Martha Patricia Meza en el año 2009. A Ricardo Canizales ya lo conocía y
aunque algo sabía de lo que escribía, no había tenido la oportunidad de
escuchar sus poemas y, lo más importante, conversar con él sobre ellos. Fue en un
hotel de Manizales, cuyo nombre se ha borrado de mi memoria, donde le expresé
mis primeras impresiones ante una poesía que se aproximaba a lo esencial a
través de un lenguaje abstracto, y donde me parecía notar una influencia de
Samuel Beckett. Incluso de Paul Auster (pensaría años más tarde).
Muda
Hasta la
premonición
La palabra
No es, el
sonido en su abismo
El eco es
absurdo en su fábrica de huellas
Sin embargo, esta conversación inicial no cristalizó
en preguntas puntuales hasta 8 años después, cuando la publicación del libro
estaba en proceso. Para entonces, Ricardo había participado en la versión
número 42 del Salón Nacional de Artistas y había sido invitado al Festival Internacional
de Poesía de La Habana. Nos vimos en Cali, durante la Feria Internacional del
Libro, y pudimos retomar lo que ocho años antes no era más que el germen de su
libro.
Nuestra conversación, que inició en su casa y se
extendió en un taxi hasta el lugar donde se celebraba la feria, giró en torno a
varios temas: el lenguaje abordado en su libro, su concepción de lo poético y
su manera de trabajar.
“Estos textos son el resultado de una búsqueda muy
íntima que encontró en la filosofía caminos más o menos amables para trasegar.
De manera que, aunque cuentan con una forma poética, son esencialmente
respuestas, o más que respuestas, conclusiones, estaciones a las que fui
llegando y que se configuran en un lenguaje poético necesariamente, pues parece
el único camino para construir posibilidades existenciales”, respondió
Canizales a mi pregunta sobre el lenguaje filosófico en el libro.
“Por otro lado, el lenguaje es evidencia, mediación,
convención y hábito del existir humano, es en él y por él que se logra
trascender lo meramente material, la condición biológica inmediata, pero al
mismo tiempo es la cláusula por franquear. Si hay una labor poiética y poética
es la de odiar al lenguaje, es allí donde mejor sentido encuentra lo que pueda
decirse del amor al odio”.
Las respuestas de Canizales estaban llenas de
misterio y hondura. Imaginé el lenguaje como un gran muro que debía ser
franqueado para encontrar el poema. Esto me llevó a preguntarle su definición
de lo poético.
“Es una paradoja, justamente en eso radica su
esencia y su posibilidad, una forma urobórica e infinita. Es, la poesía, como
una de las formas de la Poiesis, la disposición de elementos del lenguaje, en
forma de palabras, que permiten las condiciones de encontrarse de nuevo sin
convención, deconstruido, con la posibilidad de reorganizarte en términos del
sentido, en últimas, de resignificarte y, por tanto, resignificar el mundo”.
Canizales terminó su definición, mientras el conductor
del taxi alejaba por instantes sus ojos de la carretera para contemplarlo a
través del espejo retrovisor. ¿Habrá pensado que estábamos locos? Quizá, pero
su definición cobraba sentido para mí, quien conocía los poemas de su libro.
Esto me recordó uno:
POESÍA
No puede
El ojo del
abismo
Saber si el
hombre
Cae o volará.
Faltaba poco para llegar a la feria, de modo que
llevé la conversación hacia lugares más triviales. ¿Qué autores te han influenciado? ¿Cuáles consideras se asemejan a esta
manera de concebir lo poético?
“Como sujeto cultural uno apenas y alcanza a
percibir las coordenadas que señalan su ser, su quehacer; es un trabajo apenas
abarcable ese de la conciencia de cuantos vectores atraviesan tu discurso, de
qué voces te habitan, de cuán novedosa puede ser la consecuencia de tu
creación. Entonces es largo y no encuentro forma de poder decir algo más o
menos claro al respecto, entre la filosofía, la literatura, el cine, las
conversaciones, la televisión, el periodismo y más”.
Por más que intentaba, era imposible sacarle
respuestas típicas a Canizales. Eso se debía a que, entre el compañero de viaje
en taxi y sus poemas, no había ninguna diferencia. Él parecía un manojo de
palabras que debía ser superado para abarcar esa materia infinita que se iba
formando en su poética.
Estábamos sobre la calle Quinta, a lo lejos vi el
puente de la carrera 10. No faltaba mucho antes de que tuviéramos que bajarnos.
De modo que hice mi última pregunta. ¿Cómo era su método de trabajo? ¿De qué
lugar provenían estos poemas tan cargados de significado?
“Cada palabra es como una innecesaria mancha en el
silencio y en la nada” –diría Beckett. Si es que se puede referir como método,
se me ocurre llamarlo sistema creativo/reflexivo, una manera de hacer que, en
mi caso, posibilita una Poiesis. Estas secuencias poéticas encuentran un camino
hacia la paradoja y la indeterminación en lo abstracto como estrategia en la
búsqueda de las condiciones que posibiliten la poesía, eso trae la necesidad de
un “aparato abstractivo”, contenido abstracto de los términos.
“Así pues, por ejemplo, los bosques que fundan la
colonia de NADIE en una poética de la posibilidad son abstracciones que
aparecen, sin embargo, como soporte de temáticas e imágenes de un sentido
aparentemente desmaterializado. Ya lo diría el epígrafe del libro:
EPITAFIO
Aunque
también es lo que parece
No por
parecer lo que no es
Deja de ser
Lo que es.
Canizales no
me decepcionó. Su respuesta reflejaba un trabajo poético realizado con
seriedad, desde una artesanía mística. No era algo improvisado. Nos bajamos y
caminamos hasta ver las carpas de la feria. Tenía más preguntas, pero me las
aguanté. Pronto nos perdimos entre otros libros y en los encuentros casuales
con amigos. Sin embargo, no dejé de pensar en Poemas para nadie, al que regreso siempre con el interés de un
explorador en tierra desconocida.
NO ESTUDIÉ LITERATURA, PERO LA VERDAD, ASOMBRADA. REALMENTE GENIAL, POR LO MENOS, ES LO QUE ME LLEGA. FELICITACIONES
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