TODO ESTÁ EN TI
(Notas para una observación cálida)
Podríamos ser valientes y admitir que no sabemos nada. Que las tres preguntas básicas: quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos no tiene solución lógica; son el gran enigma. “Lo más importante es crear espacio para el no-saber”, dice Trungpa.
Desde este supuesto podríamos (olvidemos los deberíamos o tendríamos) observar nuestro cuerpo/ mente en pequeñas paradas cotidianas entre cinco y diez minutos, cada vez que tengamos ocasión.
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Igual que trabajamos y descansamos cada día, nos aseamos, comemos, nos hidratamos o hacemos algo de ejercicio, damos un pequeño paseo o vemos alguna película, escuchamos música o leemos un buen libro, nos reunimos con otros e intercambiamos todo tipo de opiniones, el hecho de pararnos y observar pudiera ser el complemento ideal a las actividades cotidianas para equilibrar nuestra mente.
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Ante cualquier situación tenemos tres opciones básicas: aceptarla, rechazarla o ignorarla. Cada cosa que sucede es el resultado de la herencia personal y del intercambio de experiencias vitales y sus huellas que van conformando nuestro continuo y cambiante flujo mental. Cada momento es como es, aunque podría ser de otras incontables maneras. Nadie es mejor que nadie, peor que nadie o igual que nadie. Somos seres únicos e irrepetibles… lo que nos pasa es claramente como es.
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El dolor habitual, sea físico o mental, se acrecienta hasta convertirse en sufrimiento porque nos centramos demasiado en él o deseamos que desaparezca. Una opción es quedarnos tranquilos, como si nos sentásemos en el centro de un huracán, y observar sin perspectiva de solución, sin intención de conseguir un resultado.
El huracán serían los diferentes aspectos del dolor, el centro de este caos sería el lugar donde la meditación habita, como en el centro de nuestro cuerpo, en el que podemos visualizar un buda sentado, una bola de luz o cualquier figura que nos inspire, e imaginar, si queremos ampliar la perspectiva, que lo mismo ocurre en el centro de cada ser. Esta posibilidad siempre está ahí, aquí, disponible, tranquila, a nuestro alcance.
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La denominada meditación, u observación, no es una técnica, ni un logro o consecuencia de hacer algo. Por supuesto que la práctica ayuda a redescubrir ese lugar natural: el estado meditacional siempre está presente, sólo tenemos que pararnos y observar con calma y afecto para darnos cuenta de ello.
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Practiquen y algo ocurrirá, nada mágico, extraordinario, diferente. Sólo una sensación clara de que estamos vivos, esa es la magia, y que todo es parte de esta existencia extraña e indefinible. Podemos rezar, celebrar ceremonias, recitar mantras… sin olvidarnos de que eso, como todo fenómeno, cambia, es un medio no un fin. Equilibrar el ruido con el silencio es el asunto. Por muy agradable o desagradable que pueda ser por momentos esta práctica, no nos quedemos ahí, la vida sigue y hay que vivirla. No hagamos de estas pausas otra certeza sólida e inamovible, otro concepto, el método perfecto.
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No siempre podemos elegir el equilibrio, a veces tenemos que aceptar el caos, que el dolor es insoportable y tomarnos un medicamento o cualquier otro calmante. Todo seguirá aquí, no vamos a librarnos de nuestra existencia y sus componentes, pero hay algo que puede cambiar si ponemos en práctica esta opción: la perspectiva. Gracias por estar ahí, aquí, ahora.
p.d.
necesité volver a armar el puzzle, el rompecabezas, por unos parrafos. la semana próxima volveré a lo automático, al vuelo sin motor, a las fotografías con encuadre variable. gracias por leer.
-José Alias. Planeta Tierra, octubre ‘022-
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Gracias Jose, muy directo y claro
ResponderBorrargracias a ti.
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