lunes, 4 de junio de 2012

Historia de todas las cosas, reeditada en México

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Vuelve a editarse la primera novela del escritor colombiano afincado en México Marco Tulio Aguilera Garramuño. Breve historia de todas las cosas ha pasado a llamarse ahora Historia de todas las cosas. La reedición corre a cargo de  Educación y Cultura (Puebla) en co-edición con Trama Editorial, Madrid, 2011. 515 páginas. Reseña.

Por Adrián López

A finales del año pasado se reeditó la novela Historia de todas las cosas de Marco Tulio Aguilera Garramuño (MTAG), escritor colombiano radicado en México desde hace 30 años. En este caso decir que es una novela “reeditada” connota un sentido mucho más profundo de lo que habitualmente se le da al término: el texto fue modificado, con amplitud, y además creció en volumen de páginas. Es una obra nueva, de hecho el título anterior era Breve historia de todas las cosas (Ediciones de la Flor, Argentina, 1975) [1].

El arco de tiempo que tomó esta novela en acabarse comprende un período importante para la narrativa latinoamericana: el cierre del boom, sus secuelas, consecuencias e inversiones. Ni la obra ni su autor niegan esta condición. El referente central es, naturalmente, Gabriel García Márquez (GGM) y en particular, no podía ser de otra manera, Cien años de soledad. Pero la relación de Garramuño con el boom, y con sus protagonistas y sus implicaciones, no es sencilla: es una red de tensiones y atracciones en la que las influencias (y aquí ya debemos agregar elementos que se remontan a Don Juan Manuel y Rabelais, para llegar hasta Cabrera Infante [2]) no son simplemente asimiladas, sino que son digeridas sin piedad (¿puede haber piedad en digestión alguna?) para tomar su lugar en el ingente y vibrante organismo que el escrito hace brotar en su prosa y del cual, a lo largo de la profusa escritura y, a través del espeso cúmulo de referencias, él es el único progenitor.
Podemos agregar un poco más en lo anterior: GGM, Cien años de soledad, Macondo, sus antecedentes y repercusiones (como foco principal, mas no de manera exclusiva) son destazados para transformarse en otros personajes más que habitan e intervienen en San Isidro de El General, ese imposible y delirante pueblo que se cree ciudad y que cuando llega a ser ciudad se dispersa en la caza de su origen, en la invocación de sus fantasmas.

San Isidro de El General de la Quebrada de los Chanchos es un pueblo-ciudad delirante; de lujuriosa, rica y extravagante vitalidad. Situado en Costa Rica, se halla habitado por personajes inolvidables: las prostitutas Sietecolores, Musoc y Malandra, el sargento Robustiano, las hermanas Sol, Cielo, Estrella y Lucero, que harían palidecer a las musas, los vagos del parque y los intelectuales provincianos, poetas, músicos, muchos locos hermosos, simples, adorados por el pueblo. San Isidro es un aleph de 515 páginas que se antojan pocas para una fantasía rica y exuberante.

Más allá de la farsa o el pastiche, el escritor logra lo que Gadamer reconoce al observar el concepto de estilo en Goethe: «Un artista crea un estilo en la medida en que ya no imita amorosamente, sino que al mismo tiempo inventa un lenguaje. A pesar de atarse a una visión dada, ésta no supone ninguna atadura para él, pues se expresa a sí mismo. Por rara que sea la coincidencia entre ´imitación fiel´ y amaneramiento individual (forma de interpretar), es precisamente dicha coincidencia la que constituye el estilo.»[3] Quizás llega más allá, siempre que aceptemos el adverbio “amorosamente” en el sentido de una suerte de amor cortés hacia los modelos y la tradición literaria, o como el amor que puede sentir un chef por el animal que le es indispensable para preparar el platillo que nos servirá de almuerzo. Todo es válido si el resultado es tan rico, en muchas de las acepciones de la palabra.

Aun se escribirá más sobre este libro y su estilo, por ejemplo, sobre la intrincada forma en la que el escritor presenta, muta y difumina al narrador (“ranador”, como él mismo se hace llamar) o del vertiginoso empleo del tiempo, que no dispone los eventos en una estructura fija (lineal o no), sino que forma con ellos una argamasa dinámica donde las confusiones, anacronismos, precipitados adelantos y dilatadas postergaciones desvían el flujo de lo que ocurre hacia exóticos paisajes a los que de otro modo nunca habríamos arribado. También será indispensable que alguien realice un estudio comparativo entre la primera versión de la novela y la que ahora llega a nuestras manos, no son muchas las oportunidades que se tienen de atisbar el proceso de gestación de una obra de arte de estas proporciones. Sumergirse en Historia de todas las cosas es experimentar cómo el humor, la erudición y el desparpajo en la utilización de la lengua dan vida a un universo único e irreductible en sus más de quinientas páginas. Es el ranador quien advierte: «Que entienda el que quiera o pueda entender. Y además no se trata de entender el mundo sino de disfrutarlo, de gozar el lenguaje como un mango que se disuelve en la boca. ¿Buscarle un sentido a esto? Bah.» Irónicamente es esta falta, esta libertad ante el dominio de lo “correcto” y lo “razonable”, la que dota de pleno sentido a la literatura y a esta espléndida novela.

NOTAS:
[1] El camino de la novela a lo largo de los años es descrito por Alexandi Gutiérrez Hortúa en la revista Newsweek en español, y se puede consultar aquí: http://mistercolombias.blogspot.com/2011/12/la-nueva-gran-novela-latinoamericana-en.html.

[2] El árbol genealógico es bosquejado por Héctor D’Alessandro en la presentación que se hizo del libro en España, puede consultarse en http://mistercolombias.blogspot.com/2011/11/todo-lo-que-dijo-dalessandro-sobre.html

[3] En Wahrheit und Methode, citado en Unseld, Sigfried. Goethe y sus editores. Galaxia Gutenberg.

FOTOS: Breve historia de todas las cosas, portada, ediciones de la Flor, 1975/ Historia de todas las cosas, portada Trama editorial & Educación y cultura, 2011 /

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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

5 comentarios:

  1. Gracias por la publicación, amigos Corónicos. Y adelante con la revista. Está ¡bomba!

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  2. Excelente comentario. San Isidro de El General en el plano de la literatura universal.

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    1. San Isidro de El General merece estar en el mapa literario de lengua española por ser un lugar extraordinario!

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  3. Marco Tulio Aguilera Garramuño tiene un gran talento pero un absoluta inmadurez que lo ha llevado a cometer un error de origen de gravedad mortal. Escribir en función de y no de sí, es decir, escribir en función del nombre de Gabriel Garcia Marquez y no de su propio talento. Y eso lo ha llevado a tener que reescribir en dos oportunidades su novela Breve Historia de todas las cosas, con un empecinado afán inconfeso de alcanzar reconocimiento a escala mundial. En atnto, Gabriel garcia Marquez se ha consagrado como un autor de alcance universal y una de las cumbres de la literatura. Pero Aguilera Garramuño escogió el camino de ser sombra, fantasma, un inteligente bromista que intenta ser espejo de Gabo y al mismo tiempo, pierde su propio nombre, su lugar y su rumbo. Lamentable, porque tiene condiciones pero no puede caminar solo.

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    1. Decir que yo soy sombra de alguien es ignorar casi cuarenta años de estar escrbiendo: 10 novelas, tres libros de cuentos e incontables reconocimientos en muchos países que pueden ver aquí http://otrolunes.com/30/unos-escriben/marco-tulio-aguilera-garramuno-dossier/ No se puede juzgar a un escritor por solo un libro, pero si me juzgaran por Historia de todas las cosas me sería suficiente

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