Mario Cárdenas
Por mucho tiempo Venezuela se preció de tener dos de
los proyectos editoriales insignia de Latinoamérica: La Biblioteca Ayacucho y
Monte Ávila editores. Ambos, contribuían al fortalecimiento y desarrollo de la
herencia histórica del continente. Estos proyectos han perdido su rumbo, en
parte, por la reciente crisis política. A pesar del panorama hostil, pequeñas
editoriales continúan trabajando en tiempos revueltos, abriendo fronteras y
aprovechando el intercambio cultural dado por las migraciones recientes.
La circulación editorial entre países América Latina
es precaria, resulta difícil que un lector colombiano lea a autores publicados
por editoriales de países vecinos. En muchas ocasiones, para que los libros de
un escritor venezolano se lean en Colombia, necesitan pasar primero por España.
Sin embargo, la diáspora que ha sufrido Venezuela ha hecho migrar a escritores
y editores en busca de espacio en países cercanos. Rodnei Casares, uno de los
editores de la editorial independiente Libros del Fuego, actualmente reside en
nuestro país y conversó un poco con nosotros.
Libros del fuego nace en 2013: la crisis en Venezuela
ya estaba avanzada ¿Por qué deciden fundar una editorial independiente en esos
tiempos revueltos?
Nos movía las
ganas de ser una alternativa dentro del mercado editorial venezolano, poder dar
a conocer nuevos autores, pero también traer plumas de trayectoria que se
entusiasmaran con el proyecto y con lo que proponíamos. Sabíamos que hacerlo
podía hacer crecer nuestro mercado local frente a otros países, ya que por
razones económicas y políticas hemos sufrido una suerte de aislamiento del
mundo editorial en Latinoamérica, y poco a poco nos hemos dado a conocer.
Venezuela tuvo la Biblioteca Ayacucho y Monte Ávila
editores; el premio Rómulo Gallegos se ha aplazado este año ¿Qué tanto ha
cambiado el sector editorial en Venezuela en los últimos años?
Estas dos
editoriales fueron referencia en América Latina, por ahí pasó lo mejor de lo
mejor. Hoy lamentablemente Monte Ávila no es ni la sombra de lo que un día fue.
Ayacucho vive de glorias pasadas. El premio Rómulo Gallegos fue aplazado porque
no hay presupuesto para que se lleve a cabo, ya en la última edición hubo un
pequeño escándalo por todo el tiempo que tardaron en pagarle a Pablo Montoya.
Cuando comencé
como librero en el año 2000, las casas editoriales más importantes tenían sede
en Venezuela, las que no, tenían distribuidores autorizados. Pero eso comenzó a
cambiar cuando en 2003 se aplicó un control cambiario. A partir de esa
regulación comenzaron los problemas, los primeros afectados fueron los
distribuidores, el mercado no sintió el golpe porque estaban todas esas casas
editoriales y ellos suplieron y abarcaron ese mercado, hasta que les tocó a
ellos.
Hoy somos un mercado
pequeño que se alimenta principalmente de la producción local.
Muchas librerías han cerrado en Venezuela, algunos
grupos editoriales han levantado sus oficinas, hay un mercado fracturado,
hay escasez en papel y en otros
materiales básicos para la edición ¿cómo hacen para sobrevivir en el negocio?
Es verdad que se
han cerrado muchas librerías pero también se han abierto nuevas. Se han ido las
grandes editoriales pero se quedó Planeta y contra viento y marea ha hecho todo
para quedarse. Hay escasez de papel y entonces nos adaptamos y hacemos libros
con los materiales que tenemos, libros que han sido capaces de ganar el II
Premio Latinoamericano de Diseño Editorial que se otorga dentro del marco de la
Feria del Libro de Buenos Aires.
Hacer libros a
diferencia de otros negocios, es una tarea heroica y romántica, pero no
crítica, ya que hablar de crisis en el mundo editorial es redundante, porque
desde los tiempos de Gutenberg y la industrialización de este oficio, siempre
hemos estado en una infinita cuerda floja derivada de los costos que acarrea
hacer un libro, el papel, la tinta, la impresión. Sobrevivimos convirtiéndonos
en una editorial latinoamericana, seguimos a pesar de todo porque pensamos que
editar también es resistir.
En 2017
trasladan parte de su trabajo a Colombia, tratan de abrir un espacio en
Medellín ¿Cómo ha sido trabajar en Colombia? ¿Han encontrado oportunidades
editoriales en este país?
Fue una suma de
circunstancias. En el año 2016 fuimos invitados a mostrar nuestra propuesta en
el I Salón de Editoriales Independientes en el marco de la 10ª edición de la Fiesta del Libro y de la
Cultura. La segunda y más evidente fue la de crecer como proyecto editorial. Hasta
ahora hemos participado de varios eventos en la ciudad, nos hemos reunido con
distintas personas del medio con la intención de mostrar lo que hacemos.
Las
oportunidades la estamos buscando, afortunadamente pudimos ser parte del Comité
Salón de Editoriales Independientes y Encuentro de Profesionales, un espacio
donde estamos conversando con los encargados de la Fiesta y con editores
independientes de Medellín, el siguiente paso es comenzar a editar a autores
del patio. Actualmente estamos también en Chile. La razón de que fuesen estos
países es que dos de nuestros socios se mudaron a Medellín y a Santiago de
Chile. Fue el momento y la oportunidad
precisa para apostar dar un paso adelante y soñar con un proyecto venezolano
con presencia latinoamericana.
Para ustedes la edición es un trabajo sin fronteras,
uno puede encontrar Libros del Fuego en Chile, Argentina, Perú, en Colombia,
¿cómo han logrado la circulación de sus libros y sortear esas fronteras infranqueables?
Esta pregunta es
muy interesante porque precisamente a raíz de las reuniones del comité me he
dado cuenta que los editores colombianos por alguna razón no ven hacia los
colegas que tienen cerca, hasta ahora nadie ha sido capaz de preguntarse por
qué estamos aquí, supongo que creerán que somos unos migrantes más empujados
por la crisis de nuestro país. Nada más lejos de la realidad.
Este año hemos
participado en tres ferias internacionales, Buenos Aires, Bogotá y Lima, en más
de tres ferias de editores independientes, nuestros libros se exhiben en Buenos
Aires, México, Miami, estamos cerrando trato con un distribuidor en Chile y tenemos un contrato
firmado con la ACLI en Colombia.
Y no somos los
únicos venezolanos que están mostrando sus libros en otros países, Kalathos y
Madera Fina tienen presencia en España, Letra Muerta ha presentado sus libros
en NY, Editorial Ígneo, Dcir ediciones no se quedan atrás. Las crisis sacan lo
mejor y peor de todos, nosotros preferimos pensar en hacer lo mejor.
La literatura y
sus escritores carecen de fronteras. La edición también.