domingo, 5 de mayo de 2024

Adentro está oscuro

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Sobre Humanista, de Natalia Maya

 


Por Paula Andrea Marín C.

 

Para S.

 

Tenía una de esas tristezas que los maestros sienten casi todos los días cuando terminan su jornada laboral.

 

Sabe que la conozco mejor que nadie y que, sobre todo en los últimos años, sé que se enamora en menos de media hora. Y cada media hora también.

 

Natalia Maya, Humanista.

 

Los diez cuentos de este segundo libro de Natalia Maya (Medellín, 1972) –no he leído el anterior- transcurren en Medellín, en barrios residenciales de la ciudad y algunos en una universidad pública, en su Facultad de Comunicaciones y en la de Ciencias Sociales. Las mujeres de estos cuentos están rotas y solas; su quiebre es visible por fuera y por dentro. Una de ellas pasa de un cuento a otro y nos habla del padre que nunca la reconoció y al que su madre tuvo que obligar, a punta de pleitos y juzgados, a hacerlo; nos habla de una madre que poco a poco se derrumba hasta quedar mirando un punto fijo desde un sillón de la sala, cada tarde. Esa mujer le teme al rechazo de los hombres, esa mujer no sabe cómo ayudarle a su madre, cuya melancolía la carcome día tras día. Esa mujer no sabe cómo comportarse con los hijes de sus amigas y desea lanzarlos por el balcón, pasa de un trabajo a otro sin poder encontrar su lugar y pasa también de un hombre a otro cada vez más desinteresados y narcisistas.

 

No es la única. Otra mujer soporta un trabajo de profesora que no le gusta porque debe mantenerse a ella misma y a un marido que se pasa todo el día sentado en otro sillón viendo televisión y masturbándose. Otra más se enamora de hombres equívocos buscando un nuevo shut de dopamina. Otra se hace cortadas en el cuerpo para acallar sus dolores hasta que decide acallarlos todos para siempre. Otra fue encerrada por su familia en una “institución mental para señoritas”, porque era demasiado alegre y apasionada, y las reconvenciones y prohibiciones de sus padres la van atrapando en una depresión de la que ya no podrá salir.

 

Me gustan y no me gustan estos personajes y esto ya me hace memorable este libro. Me gustan porque Maya habla de esas mujeres como se habla de las personas a quienes hemos observado toda la vida, con ese nivel de detalle que las convierte en cercanas, vivas. No me gustan porque me hacen sentir incómoda entendiendo que muchas de nuestras cárceles están allí porque no hemos podido ver que la puerta ya no tiene candado y tampoco tenemos la fuerza para reaccionar, levantarnos y salir. Me hacen sentir una tristeza profunda, porque a veces no podemos hacer nada para ayudar a los seres que más amamos. Me dan rabia porque, al igual que varias de ellas, yo también sigo buscando el amor como una droga que anestesie mi sensación de insuficiencia y, por eso mismo, y como las mujeres de estos cuentos, a veces atraigo y le permito la entrada a “vampiros” que se alimentan de mis ansias de ser amada o a “tiburones” que huelen a metros la sangre de mis heridas y vienen a “atacar”: algunos con retórica, otros con elaboradas (o burdas) tácticas de terrorismo emocional que acentúan la ya honda desvalorización propia en la que vivimos.

 

Estos cuentos de Maya hablan de una Medellín que agoniza de tristeza en su interior, una ciudad en donde la mayoría de la población ahoga sus penas en alcohol, automedicaciones y canciones tristes a todo volumen. Los cuentos de Maya nos hablan de una ciudad que sigue llevando visibles las cicatrices de los años más oscuros del narcotráfico y de sus huellas en las dinámicas familiares de las clases medias, en las que muchos se fueron tras un traqueto para ser “el duro” o para ayudarle a la familia. Las familias de los cuentos de Maya también están rotas: los padres no quisieran mirar a les hijes porque están demasiado ocupados resolviendo la vida material o emocional, y les hijes encuentran la escopeta del abuelo en el armario o se suben a la moto del primer chico que les guiña el ojo.

 

Hay dos cuentos que me gustan sobremanera: “Humanista” y “Dóciles”, quizá porque hablan del ambiente de una editorial universitaria y de una universidad pública, lugares que me son muy familiares. En ambos cuentos hay una crítica fuerte a quienes nos creemos humanistas, pero que, en realidad, en la inmensa mayoría de los casos –por no decir todos- arrastramos un complejo de inferioridad enorme que nos hace muy susceptibles a los halagos o a querer sobresalir y ponernos por encima del otre todo el tiempo, a veces, de manera directa, otras, usando estratagemas e intrigas, y otras más escondiendo esa necesidad de ser vistes bajo una actitud falsa de “humildad”. Nadie se salva en esa búsqueda insaciable de sentirnos dignos, suficientes, amados. No somos capaces de reconocer nuestros talentos, así que procuramos aniquilar los de aquellos que tenemos cerca y que se atreven a mostrar los suyos. Aquello que hemos leído o escrito se convierte en las cartas que mostramos todos los días para compensar lo que creemos no tener. “Humanista” tiene como uno de sus personajes (un editor de Ciencias Sociales) a uno de estos especímenes, quien, tras obtener un poquitín de poder, se convierte en un tirano, en un explotador laboral. “Dóciles” tiene como protagonista a una profesora de Comunicación, con una trayectoria laboral exitosa, pero totalmente ingenua cuando se trata de relaciones sexoafectivas (y, por supuesto, encuentra siempre hombres que se aprovechan de esto); esta profesora encarna también una crítica a aquellos profesionales que siendo egresados de una universidad pública olvidan lo que allí aprendieron cuando van al campo laboral y su conciencia se vuelve reaccionaria y capitalista.

 

Algunos de los finales de los cuentos no fueron lo que esperaba. Quizá Maya no supo cómo terminar esas difíciles historias o a mí me gustan otro tipo de finales. En todo caso, ha sido una fortuna encontrarme con este libro que me muestra, como una cuchilla, una Medellín herida, enferma del corazón, esa que no se ve en los centros comerciales, pero que requiere de toda la atención de cada uno de sus habitantes.

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  • Natalia Maya, Humanista. Bogotá: Rey Naranjo, 2023.


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Publicado por Paula Andrea Marín C.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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