miércoles, 10 de octubre de 2012

Editoriales independientes en Colombia

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Rumor: que en Colombia están saliendo ediciones estupendas, de libros extraordinarios y que las editoras independientes “gozan de buena salud”. Otro: que, tras la crisis que regresó a España como miembro de número a las filas del Tercer Mundo, ahora todos los grandes monstruos de la edición van a reducir el plan editorial y se van a quedar fuera los autores nacionales que ya han publicado con Alfaguara y Planeta en la filiales colombianas, de modo que esos autores van a empezar a publicar con las pequeñas casas editoras de Colombia, las independientes.

He estado ojeando y hojarasqueando en los últimos meses las publicaciones de las Nuevas Editoras Independientes de Colombia: Luna Libros, Rey Naranjo, Tragaluz, Laguna Libros, La Silueta, Icono. Para leer elegí la primera colección Migrantes, editada por El Peregrino Ediciones en cinco microlibros, la colección de novelas de Ciencia Ficción colombiana editadas por Laguna Libros, La historia de Rasselas príncipe de Abisinia del doctor Samuel Johnson editado por Luna Libros y tengo en la mesa de noche la crónica novelada Cierra los ojos princesa de José Alejandro Castaño editada por Icono y las muy reseñadas cartas de Emma Reyes (Memoria por correspondencia, Laguna Libros y fundación Arte Vivo Otero Herrera), este último más por curiosidad que por verdadero interés en una novicia de la burguesía bogotana que pintaba, pero qué le vamos a hacer: el arte casi siempre aparece en los lugares más execrables.

El Peregrino Ediciones, Tragaluz Editores y Rey Naranjo replican un fenómeno que nunca ha dado como resultado una editorial sólida de la que pueda esperarse la constitución de un catálogo, alcance y larga duración: empresas que prestan servicios editoriales y que editan lo mismo un folleto que un cuadernillo corporativo. Es decir que hacen trabajos periféricos por demanda como una estrategia para subvencionar, con  el precio de los contratos oficiales, las ediciones riesgosas propias. Esto pocas veces funciona: a la hora de ajustar cifras van a tener que decidirse siempre por los cuadernillos corporativos que por hacer un ejercicio editorial real. Puede ocurrir que los trabajos corporativos aumenten, siempre que sus dueños estén posicionados en altos cargos gubernamentales, pero si tras el cambio de gobiernos y las jefaturas de las compañías (que cambian por cuatrienios) no logran conseguir recursos para sacar ediciones privadas, difícilmente van a poder editar libros nobles y convertirse en editoras.

Con las primeras entregas de El Peregrino Ediciones, los nombres y títulos parecen hacer parte de otro experimento (legítimo) de amigos que editan a sus propios amigos: un libro de Manuel Kalmanovitz que se llama Bogotá con mar, y La sombra del licántropo, de Hugo Chaparro, ¿abrebocas de la Maestría en escrituras creativas de la Universidad Nacional? (¿no deberían empezar con libros de estudiantes más que de profesores?) y la colección Migrantes que presenta cinco relatos autobiográficos de viajeros y sus migraciones culturales, pero obtiene como resultado poco más que una guía de turismo académico, empresarial y sexual. Me referiré solo a esta última colección que acabo de leer: el punto unificador de los cinco libros que vienen en una sola caja es el hecho de ser colombianos o el haber visto el mundo con ojos de colombiano y de narrar experiencias vividas. Pero en el desarrollo resultan menos observaciones que autobiografías precoces. Los de las damas (Holguín, López), mejor construidos, parecen cuadernos de Anaïs Nin con pinceladas de materialismo histérico beauvoriano y de Sebald sin enciclopedismo. El relato de la cuasi colombiana que busca marido en Madrid (López) tiene algunas reflexiones sobre la exasperación de  comprender y adoptar una idiosincrasia y una sintaxis, y empieza a hacerse consistente el enrarecimiento más con las piezas desordenadas del diario que con la introducción, pero ahí termina el breviario. El relato entre Quebec y Bogotá (Holguín) tiene momentos vivaces sobre el desarraigo de la cultura que impone la adquisición de un paisaje y  de una lengua nueva. El relato sobre la ciudad de El Paso (Avski) está escrito a contraentrega; pese a la carrera de concluirlo, alcanza a esbozar un buen proyecto de ensayo narrativo: la paradoja de observar los contrastes entre esas ciudades siamesas divididas por un puente y por cientos de muertos: El Paso y Ciudad Juárez, pero el tema no se desarrolla. El mejor relato de la serie es el dedicado a Nueva York (Beaufort), porque la delimitación del relato (el lapso de una temporada sin esposa e hijo) y en el espacio de los merodeos y vivencias cotidianas de un mesero, basta al autor para mostrar cómo un migrante se traslada con todo: sus costumbres y su lengua y su pasado y así empieza a reconstruirse una vida en el exilio elegido. El relato desastroso (el de Jaime Arracó, no me explico cómo paso el comité editorial, si se supone que tienen uno) es el dedicado a “disertar” sobre las mieles de una Bogotá de turismo sexual de alto nivel, escrito por un fanfarrón que hace parte de una tropa de empresarios españoles con un objetivo estratégico bien definido en Colombia: usarla como cuartel de invierno mientras pasa la crisis, picharse a las hembras y llevarse todo el oro que puedan. Para agraviar aun más, este tipo de espécimen que se siente acogido y arrullado en el país, vive difundiendo la ideología de dominación de que “el colombiano” es avivato (así, generalizado) y que los extranjeros deben protegerse y desconfiar de su malicia. ¿Y quién nos protege de ellos? ¿No se ha enterado de que en Bogotá hay bodegas de Servicio al Cliente con operarias esclavizadas en horarios nocturnos que contestan llamadas proveniente del otro lado del mar con gente que las menosprecia por el acento y a quienes pagan sueldos de miseria en pesos devaluados -y no en euros- solo porque a los empresarios españoles les sale más barato pagar en Colombia el servicio que emplear varados de su propio país? ¿Y de las tabacaleras y de las aseguradoras y de las empresas editoras, y de la Benetton que corta árboles en El Chocó, acaso no le han contado? En general, la selección y el concepto de la colección luce bien definido, aunque el resultado sea tímido. Ojalá vengan nuevas colecciones con miradas más agudas sobre un tema particular. La colección completa está en $50.000, con lo que cada breviario sale a $10.000, papel de fuentes responsables (canadiense) y tapas de cartón, o eso me parece.

Otras editoras de labor cuidada pero de contenidos pobres, como Tragaluz, abren preguntas, en el sentido de la función que concierne al Estado colombiano en el estímulo al oficio editorial y a la protección del acervo literario del país. Colombia, que alguna vez se enorgulleció de tener una imprenta nacional que editaba colecciones de autores colombianos a precios económicos accesibles (Colcultura, años 70s, con Cobo-Borda a la cabeza), hoy solo imprime la papelería burocratica oficial y ofrece una bolsa anual por género literario (un año para poesía, otro año para cuento y otro para novela, y no incluye edición de los premios nacionales de literatura) y una bolsa de diez millones de pesos para proyectos editoriales periféricos. Tragaluz es una de las que se presentaron al programa de estímulos del ministerio de cultura, ganó la convocatoria y dedicó los recursos, que son modestos, a buenas ediciones (troqueladas, ilustradas, concepto tipográfico) pero aplicadas a textos flojos, ediciones de poesía paupérrima y cuentos desastrosos, con lo que solo consiguen malograr el catálogo.

En el caso de Icono editorial y Luna Libros encuentro un concepto editor muy definido, con creación de colecciones y enfoques claros: Icono se especializa en no ficción, reportajes a fondo,  literatura documental, ensayo académico, mientras Luna Libros edita poesía, teatro, historia, testimonio, autores nacionales y extranjeros con traducciones propias (como ese texto de Samuel Johnson que el crítico escribió por entregas y por calamidades domésticas para ganar un poco de plata y enterrar a su madre). Aunque están organizadas como editoras, su apuesta por ahora es sobre seguro, como los préstamos bancarios: se inclinan por reedición de obras agotadas (en ediciones no suficientemente conocidas), o por autores probados. Estos dos sellos podrían dar el salto para convertirse en editoras con buenos catálogos, colecciones, distribución y convertirse también en una verdadera alternativa para que los escritores colombianos y los lectores colombianos accedan por primera vez a la literatura que da el país y a traducciones exclusivas de otras lenguas. La colección de no-ficción y testimonio de Icono está reconstruyendo el mapa de la coyuntura política de la Colombia actual con cronistas y periodistas agudos. Y la colección de literatura y de compactos de Luna Libros se va definiendo como una editora de ficción y poesía y de traducciones originales, algo que estaba prácticamente abandonado de los planes editoriales de las casas independientes.

Un tercer grupo podría establecerse con sellos que presentan libros en formatos a los que pocos editores se arriesgaban: Excusado, Laguna Libros, Rey Naranjo y La Silueta hacen libros de artista, underground (subculturas, stencil) y de comic, y aunque prestan también servicios editoriales a las alcaldías y a proyectos privados, se han arriesgado con ediciones extrañas, por formato y contenidos, y han empezado a sorprender a propios y a extraños. Mientras las grandes casas y las editoriales viejas siguen buscando éxitos en el escándalo, la coyuntura, la confesión y los premios que crean tendencias, en la feria del libro de Bogotá 2012 éstas editoras mostraban la variedad y buena factura de que gozaban las ediciones independientes nacionales: Laguna Libros presentó Bogotá Zombi, edición fascimilar con portadas de periódicos que narran un hecho histórico, el Bogotazo, en una explicación apócrifa: lo que pasó en Bogotá es que fue borrada en 1948 por un ataque zombi. Esa colección, a tamaño poster, consta de primeras planas de prensa intervenidas con fotos de zombis, como si de verdad hubiese habido un ataque en Bogotá y no la muerte del caudillo Jorge Eliécer Gaitán. Laguna Libros se acuñó también el rescate de novelas de ciencia ficción colombiana, compuesta con textos recobrados (en un país que parecía ahogado totalmente en el realismo.) ¿No se cultivaba ciencia ficción en Colombia? Ahí apareció una novela del gran cronista José Antonio Osorio Lizarazo y una novela del compañero de juerga de García Márquez Alfonso Fuenmayor. En 2012 han publicado el epistolario de la pintora Emma Reyes que ha recibido el espaldarazo de la crítica de gacetillas (Ver enlaces 1 2 3) como una gran reflexión sobre la vida, la sociedad bogotana y el arte. Rey Naranjo se acuñó La fascinante historia de las palabras de Ricardo Soca: un libro rústico en las guardas, diagramado y con un contenido didáctico y etimológico que pretende hacer la biografía apócrifa de los vocablos. Editorial Destiempo se acuñó un libro extraño (ojalá prefigure otros) sobre el mercado negro del libro en el centro, Las glorias, de Matías Godoy. Robot, editorial enfocada en Comic (edita la revista especializada Larva) hace este tipo de libros pese a la penalización de Colombia que impone Impuesto al Valor Agregado al comic por considerarlo en el mismo grado de la pornografía, lo que desestimula cualquier proyecto. Aun con estas talanqueras, presentaron La distancia entre extraños, de Mónica Naranjo Uribe que va ilustrado a lápiz, y El Cuy Jacobo y el Tesoro Quillacinga, de Iván Benavides, que narra en viñetas la historia de un roedor comestible que en Colombia llamamos curí y que vende sombreros de paja en la Bogotá de 1910 y los trae de Ipiales, en clave de novela negra. La Silueta en asocio con Excusado (editan arte) se acuñaron otras rarezas: un libro de etiquetas y marquillas (que está muy bien para los antropólogos, que en todo pueden ver un texto sobre la sociedad de consumo, aunque a otro tipo de lectores les parezca exabrupto) y ese libro extraño que inaugura las ediciones underground sobre el stencil: Excusa2 y el más reciente Decoración de interiores.

Hay un cuarto grupo, aun por definir: el de las ediciones digitales. En la pasada feria del libro, sobre ese corredor de la Red de Editoriales Independientes de Colombia llamado La ruta de la independencia figuraba un stand llamado E-libros (que vendía tarjetas con código y usted iba desde su computador al sitio web y descargaba un e-book, con formato para Ipad, Kindle, etc). Esta última editorial sorprendió por su iniciativa en el desierto de las ediciones electrónicas colombianas: pionera en el tema, ingresó al circuito de la venta digital, pero en lugar de restringirse a vender solo en Internet, puso sus libros en tarjetas pre-pagadas (como las de telefonía) y las promocionó en las librerías y el punto de la feria. Esto dio al proyecto una cobertura y un nivel de difusión personalizado, distinto al distanciamiento que ofrece la página web (¿y es que el libro digital solo tiene que venderse en internet?) E-libros vendió $3.000.000 de pesos a punta de tarjetas de $8000 devaluados, según datos apócrifos del gremio.

Lo que queda, después de revisar muy al vuelo las publicaciones alternativas de Colombia, además de invocar los mejores deseos para todas, es abrir algunas preguntas y aventurar explicaciones: ¿Qué editorial va a pagar por buenas traducciones de todas las lenguas para enriquecer la edición colombiana, o la carencia de traducciones es un problema de formación académica? La academia colombiana no forma traductores, y a los pocos que forma el sector no los puede contratar ni pagar por su trabajo. ¿Quién va a editar poesía en Colombia? En Colombia la poesía no le importa ni a los lectores, ni a los editores, ni a los poetas. Están los milagros de revistas como Arquitrave y Ulrika y Luna de locos, capaces de dedicar un número íntegro a un poeta, y quimeras como Trilce editores que editan poetas nacionales una vez cada dos años. Queda internet y los bares, como Luvina y Casa Tomada, y los viernes de Poesía de la Universidad Nacional y el Chorro de Quevedo y el Bar de Homero en la Candelaria y los amigos. ¿Están en capacidad de pagar a los autores que son el motor de la edición las nuevas editoras? No. Los editores (esto es mal de gremio) creen que el hecho de publicar a un autor los exonera de pagarles por su trabajo, y mientras siga latente esa moda, los escritores seguirán en la misma fila de los mendigos y de las putas. Hay que pagar algo, que sea justo y acorde al tiraje, y acabar con la idea nefasta de los Servicios Editoriales. ¿Cómo se va a solucionar la pobre distribución de los libros para que lleguen a sectores abandonados del país? La distribución de libros y la circulación de los mismos es inexistente porque el país está centralizado, porque no hay puntos de venta, ni gremio consolidado entre libreros y distribuidores, porque no se han abierto mercados fuera de la capital, porque los libros nacionales de pocos tirajes cuestan tanto o más que los de las multinacionales o los importados, y porque el gobierno le cobra aranceles a las pequeñas empresas pero a las multinacionales con las que firma tratados de libre comercio las exonera de todo. ¿Cuándo se podrá hacer una feria de libros en el sur de la ciudad, en las universidades públicas, en los pueblos y las ciudades intermedias para que las ediciones cubran el territorio? Se podrá hacer feria de libros y tener la oportunidad de venderlos cuando el país haya educado a la gente para pensar y no para obedecer, para producir su propia ciencia y su propio pensamiento y no manufactureros que celebran el hecho de tener trabajo aunque los exploten, lo que costará generaciones enteras y una transformación profunda de la educación que se imparte, más que partidas millonarias a empresas promotoras de lectura con funcionarios que se han enriquecido vendiendo los libros de las grandes casas españolas y pagándolos con platas públicas como Fundalectura. ¿Hasta dónde está implicado el Estado colombiano en la pauperización del sector editorial colombiano? Hasta el mismo punto en que está implicado en la pauperización de la Empresa de Teléfonos de Bogotá (sacrificada y asediada ante los monopolios de la telefonía móvil), hasta el mismo punto en que está implicado en la licitación de la gran minería y el petróleo y el carbón y la oferta extractiva de los recursos naturales del territorio. El Estado colombiano ha puesto en venta todos los recursos, todo el patrimonio cultural, toda oportunidad de construir un país autónomo. Todo, hasta la cultura, se expone en bandeja de plata para que vengan a almorzar los empresarios rapaces del capital extranjero. En Colombia no se traduce, porque no hay estímulos, porque la academia no forma profesionales para que le sirvan a su propio país. Pero tampoco se estimula el sector editorial (Iva al cómic, ferias que cobran el metro cuadrado más costoso del país, institutos de investigación con 3 investigadores, universidades que no editan, aranceles altísimos. servicio de correo sin subsidio). En Colombia a los Premios literarios se les cobra el mismo impuesto de los juegos de azar (como si las medallas de oro de los olímpicos y las novelas se ganaran con un tiquete de baloto y no arriesgando la vida). Colombia no merece a los artistas que tiene. Su gobierno es una vergüenza. Sus legisladores una cáfila de corruptos que deberían ser puestos en fila india y… ser palpados hasta la próstata.

¿Cuándo se hará una editorial receptiva y abierta que reciba manuscritos y los lea y diagnostique y se entere de lo que están escribiendo los escritores colombianos? No seamos ilusos. Las únicas editoras en capacidad de contratar libros y recibir manuscritos son las extranjeras con sede en Colombia. Alfaguara aun descubre talentos: Rafael Baena, Miguel Torres, Tomás Gonzales. Planeta y Random House siguen en busca de El Dorado. Pero la generalidad es que las grandes casas cuentan con comités de lectura ineficientes, o todo lo que se edita se edita sobre seguro y obedeciendo siempre a estudios de mercado y a unas directrices internas muy limitadas que acaso son: a) legibilidad b) relevancia y coyuntura c) autores posicionados, con contactos, tribuna en periódicos y audiencias cautiva d) histrionismo y promoción. En todos los casos, si el libro es aceptado pero no se vende, se convertirá en pulpa para fabricar papel higiénico, lo que pone en entre dicho la labor del editor cuando todo se lleva a términos industriales.
Las grandes casas editoras, son conglomerados de grupos económicos que, entre otras cosas, son dueños de la banca, de los cigarrillos, de las revistas, de la prensa, de la radio y tienen legisladores a su servicio. Cuando el libro no se venda, serán rematadas para invertir en otros proyectos, y a tomarporculo, escritores. Aspirar a convertirse en una multinacional es una pesadilla surrealista que no tiene que ver con la edición. El verdadero trabajo de edición, calidad, criterio, contenido, va a tener que hacerlo las pequeñas editoras independientes. Pero mientras las editoras independientes no contemplen la dignidad de la escritura con un pago a sus autores, a los autores no les interesará editar con ellos y a los independientes no les queda otro camino que seguir editando a sus amigos.
Y aquí volvemos al mismo mal que aqueja a Colombia: Nepotismo.

Este fragmento hace parte de un ensayo sobre la Edición en Colombia. Las otras entregas pueden leerse en:

http://unahogueraparaqueardagoya.blogspot.com/search/label/SERIE%2013

Fuentes:

Las nuevas editoriales independientes, Revista Cartel Urbano
http://www.cartelurbano.com/content/las-nuevas-editoriales-inde-pendientes

La ruta de la Independencia, nuevas editoriales colombianas, Revista Arcadia
http://www.revistaarcadia.com/libros/articulo/la-union-hace-fuerza/29777

La madriguera del conejo
http://www.lamadrigueradelconejo.com

El árbol de tinta
http://arboldetintalibros.wordpress.com/2012/05/15/bogota-masacre-zombie-parte-1-de-5-juan-pablo-silva-eliashistoria-dibujo-y-portada-goup-comics-ed-2012/

La valija de fuego
http://librerialavalijadefuego.blogspot.com/

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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

6 comentarios:

  1. Cordial saludo, soy escritor de los libros Gerencia Estratégica de Manejo del Tiempo, La Superación no Tiene Límites y EL Viejo Cuadro y quisiera saber que debo hacer para tener mis libros como e-books.

    Saludos, Oscar Alfonso Muñoz López
    www.gerenciadeltiempo.com
    e-mail: ingapli@hotmail.com

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  2. El problema, el verdadero problema, es que las editoriales independientes no representan una revitalización del criterio editorial. Un ejemplo es que muchas de las novelas que ganan los premios nacionales de novela de Colombia fueron antes enviadas y rechazadas por esas mismas editoriales. Que luego se pelean entre sí para publicar el libro que en principio denigraron. En resumen, estas nuevas editoriales pertenecen a muchachos sin lectura y sin criterio que a la larga terminan repitiendo el mismo desdén de las grandes editoriales y la misma zalamería cuando hay plata de por medio.

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