lunes, 28 de diciembre de 2015

Lecturas de 2015, por Fabián Buelvas

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Fabián Buelvas González (Barranquilla, Colombia, 1985). Psicólogo. Sus escritos han aparecido en El Malpensante, Revista Bacanal, Revista Cronopio, Labrapalabra. 


No me gusta mucho leer listas de libros pero las leo de todos modos, satisfecho por saltarme mi prohibición pendeja. No me gustan porque sirven para constatar que no he leído casi nada de lo que otros consideran bueno o muy bueno, entonces una culpa sutil me embarga y me recuerda lo desordenado que soy al leer, y que mi promesa de corregir lo que creo es un mal hábito se queda en nada año tras año.

Esta es la primera lista que hago y me ha parecido un ejercicio dictatorial muy saludable. No necesariamente los libros aquí citados son los mejores que leí, pero todos sí que me retumbaron en la cabeza por semanas. Aprovecho para exponer algunas razones al respecto.

La muerte del obrero, de Paul Brito (2014, Collage Editores). Ocho relatos que pueden ser leídos como cuentos o como una novela breve. Fabián Roca, el protagonista de casi todos ellos, es un joven desempleado que no tiene cómo pagar sus estudios, así que se ve obligado a trabajar en los oficios más disímiles para sobrevivir. En ellos conoce a gente hostil y contrariada, rencillas laborales, y a una especie de gurú de una organización secreta que quiere destruir al mundo. La muerte del obrero es una crónica del hastío.

El hombre en el castillo, de Philip K. Dick (1962, Minotauro). La novela está ambientada en un universo ucrónico donde las fuerzas del Eje ganaron la Segunda Guerra Mundial a los Aliados. El derrotado Estados Unidos es administrado al oeste por los japoneses y al este por los nazis. En medio de ese panorama, Hawthorne Abendsen escribe una novela que narra la victoria aliada, la cual está prohibida y es distribuida secretamente por la resistencia norteamericana.

Rebelión de los oficios inútiles, de Daniel Ferreira (2015, Alfaguara). Es un sumario de la violencia colombiana. Situada en los años 70, narrada por varias voces unidas por la injusticia y el horror, Rebelión de los oficios inútiles es el testimonio de aquellos personajes anónimos que fueron derrotados mientras luchaban para hacer valer sus derechos y los de los suyos. Las primeras 20 páginas son de una intensidad que te engancha enseguida.

Máscara, de Stanisław Lem (2015, Impedimenta). Lem es uno de los mejores escritores que he leído. En Máscara hay 13 cuentos que exponen su feroz inteligencia para predecir el futuro: máquinas con consciencia, invasiones espaciales a estrellas lejanas o el problema de la comunicación extraterrestre (“Sería tan raro como si a los caracoles les diera por hacerle una visita a las ardillas. No habría comunicación posible”, dice en uno de los relatos). Hay varios cuentos de juventud en los que las ganas de exponer una idea opacan su maestría como escritor.

Los jinetes del recuerdo, de Antonio Mora Vélez (2015, Collage Editores). Antonio Mora Vélez es uno de los pioneros de la ciencia ficción en Colombia. Este es su tercer poemario y tiene varios poemas que describen el fin de la vida en este planeta, como Apocalipsis XVII y Hongo rojo. Las imágenes de esos poemas, que parecen dictados por un vidente, me resultaron desoladoras.

Un lugar para que rece Adela, de Andrés Mauricio Muñoz (2015, Universidad de Antioquia). Andrés Mauricio Muñoz es un escritor que estudió ingeniería pero que parece relojero. Los siete cuentos de este libro son un ejercicio de tenacidad y paciencia para construir cada frase, para escoger cada palabra. También, como los relojeros, repara: los personajes se enfrentan a circunstancias que podrían terminar muy mal, pero salen de ahí más sabios y fuertes. Una carrera especial es uno de los mejores cuentos del libro.

Frente a un hombre desnudo, de Adriana Rosas (2014, Collage Editores). Estos cuentos nos recuerdan que la realidad está llena de grietas por las que se escapa el horror humano: la muerte, la violación, el masoquismo. La escritura de Adriana Rosas da la impresión de querer decir más de lo que está escrito, como si invitara al lector a reconocer sus propias debilidades entre cada párrafo. Son historias breves que a ratos parecen escritas para cine.

La azotea, de Fernanda Trías (2001, Laguna Libros). La casa que habitan Clara, su hija y su padre, es todo el mundo que existe. Clara teme salir a un exterior que le parece muy peligroso, su padre está muy viejo y senil para oponerse a los desvaríos de Clara, y la hija de ella es una bebé de brazos. La azotea es el único espacio libre para conectarse con lo que está afuera, espacio que se reduce cada vez más por los desvaríos agorafóbicos de Clara, quien ni siquiera puede sostener la casa que pretende habitar hasta el fin de los tiempos. La azotea es una novela dolorosa, con algunos momentos de ternura que la locura se encarga de disipar pronto.

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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo con la muerte del obrero...novela corta, relatos o cuentos... Es buena literatura ..Paul Brito..atentos a ese nombre.

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