martes, 17 de diciembre de 2013

Niños en piscina, con adultos de fondo: Pintar en el tiempo

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Niños en piscina, con Adultos de Fondo es una película breve de Chiara Marañón que está disponible en esta entrega decembrina de Revista Corónica [Ver], en estreno mundial. Chiara es actualmente jefa de contenidos y programadora para UK de la plataforma Video-on-Demand, MUBI. [Reseña de la película por nuestro editor de Cine Corónica]


Niños en Piscina, con Adultos de Fondo comienza con una advertencia escrita en la pantalla por quien está detrás de la cámara: "Estoy filmando en video y lo que estoy filmando es un niño que hace tiempo no veía y que actuó en un corto que hice hace 3 años en 16 mm."

¿Por qué lo graba? Me pregunto, y yo mismo me respondo: lo graba porque ha visto el tiempo pasando en su cara y no quiere que se le escape.

La premisa tiene implicaciones filosóficas que la película resuelve con la sencillez de una tarde de domingo en la piscina. No quisiera ir más allá en esta reflexión porque creo que Chiara Marañón (Barcelona, 1984) asume esta complejidad: la del tiempo desvaneciéndose ante sus ojos, como un hecho fáctico, sin nostalgia, pero con conciencia; centrándose en lo que realmente le interesa: ese niño está acá con su padre.

El niño de su primer corto, El Globo Rojo (Cuba, 2009), es el mismo que estamos espiando, pero 3 años mayor. La cámara también ha cambiado, la de antes era de 16 mm y la de ahora es una pequeña cámara de video. El dispositivo también, el de antes era el set de un rodaje, el de ahora es ella sola tras la cámara con el zoom a tope en una tarde de domingo en la piscina donde se han encontrado por casualidad.

Como en El Globo Rojo, en este set/piscina también está el padre de fondo, y los ojos de Chiara siguen concentrados en Kevin, el niño que ahora ha crecido un poco, pero no lo suficiente como para dejar de jugar. ¿Y con quién quiere jugar? Por supuesto, con su padre. El padre se mantiene esquivo, siempre fuera del encuadre, reprendiendo en el momento justo, y sin animarse a jugar.

En El Globo Rojo, el niño, está pintando en su cuaderno durante casi toda la película, lo que pinta es lo que vio: un globo. Pero lo adorna, lo aumenta en su dibujo para de alguna forma trascender la realidad; se imagina más globos, aunque lo que ha visto, y los espectadores somos testigos, es sólo uno. Pequeño y lejano, y rojo.

Cómo el niño de su primer corto, Chiara también se imagina globos, y de lo que hasta entonces eran unos niños en una piscina, emerge algo más parecido a un cuento o a una fábula (teniendo en cuenta la cantidad de animales que aparecen). En la atmósfera cambiante de esa tarde de domingo, aparece, de repente y entre otras cosas, una amenazante araña “pelúa”. Los niños la ven, y la temen. Pero nosotros, los espectadores, es decir, Chiara, no la vemos de inmediato; primero vemos sus caras de asombro y de susto, luego los adultos, desterrados al fondo, hacen lo suyo: sacar a la araña del agua y llevársela lejos, proteger a los niños, enseñarles, darles galletas, estar pendientes de que no se caigan. ¿Y Chiara? Sigue detrás de su cámara, lo suficientemente infantil para asustarse a la par con la araña, y lo suficientemente adulta para no dejar de grabarlos.

La imagen es casi siempre la misma: niños, agua, piscina, palmeras, niños. El sonido también: adultos de fondo, niños en primer término, agua, viento. Como si nos enfrentáramos a un cuadro de Hockney que de tanto mirarlo nos sobrecoge, Niños en Piscina, con Adultos de Fondo de Chiara Marañón, es una pintura con duración, un retrato animado de una tarde de domingo cubana cuya profundidad está en la sencillez con que un niño se acerca a su padre, y su belleza no es de alta definición, no es “perfecta”, es torpe y curiosa como la infancia.

Esto sólo es posible con una cámara de video. Y, por supuesto, sólo con la paciencia de quien mira atento sin importar cuánto dure la escena, de quien es consciente de que el tiempo se le está desvaneciendo en los ojos, y sabe que lo más importante es capturarlo; ya luego encontrará la manera de animarlo y convertirlo en cuento, en fábula.

¿Cómo puede haber cambiado todo en tan poco tiempo? No me atrevería a embarcarme tampoco en esta cuestión. El cine está cambiando rápidamente, el cine hoy es como un niño en la pubertad. Cuando menos piensas tiene novia, le ha cambiado la voz y se afeita el bigote.

Londres, diciembre 15 de 2013
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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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