martes, 13 de junio de 2017

Resumen fastidiado del “plebiscito” puertorriqueño

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Por Alejandro Carpio 

Los hermanos hispanos que suelen curiosear la política internacional puede que hayan tenido la mala suerte de toparse con la noticia del “plebiscito” que ocurrió en Puerto Rico el pasado 11 de junio. Aquí va un intento de explicación o un intento de disculpa.
     Lo primero que deben saber es que el “plebiscito” no importaba para nada. Esto, porque se trató de una consulta no vinculante al Congreso de Estados Unidos. El destino de la isla está en manos de Washington y estos nunca prometieron considerar los resultados de lo que sucedió el domingo 11. Resulta embarazoso tratar de deslindar este “plebiscito” de los márgenes de una encuesta.
     Puerto Rico es parte de Estados Unidos y los residentes de la isla son ciudadanos estadounidenses hace exactamente cien años. Al no ser un estado de la nación, sino un territorio, hay una serie de beneficios que se pierden; el más apremiante es que no votamos por los miembros del Congreso ni por el presidente. El principio democrático de “no taxation without representation” se desperdicia con nosotros. El alegato de la inmensa masa de anexionistas, por lo tanto, equivale a un humilde y sensato interés por participar en la cosa democrática. Cada tantos años, cuando el partido anexionista está en poder, produce uno de estos “plebiscitos” (usaré las comillas siempre que utilice este vocablo) para adelantar la causa.
     Aunque parece que los independentistas boricuas son una minoría, el grueso de la población está dividida entre la idea de la anexión y la de permanecer siendo un territorio semicolonial (ya completamente colonial a partir de 2016 por razones en las que no entraré). Estas dos maneras de digerir el futuro de la isla marcan las líneas ideológicas de los dos partidos principales, el PNP (anexionista) y el PPD (semicolonialista), aunque hay otras diferencias administrativas importantes. El llamado “debate político” de la isla gira en torno a estas dos visiones de autodeterminación: anexión (o estadidad) y semicolonia (en distintas versiones). Como este año tenemos una administración PNP, nos hemos topado con este esfuerzo publicitario de adelantar la causa anexionista.
     He aquí los resultados de los más recientes “plebiscitos”:

1993: estatus semicolonial, con 49% de los votos
1998: “Ninguna de las anteriores”, con 50% de los votos
2012: anexión, con 60% de los votos

     Imposible entrar a discutir la medida en la que esos porcentajes revelan poco del electorado puertorriqueño. Resulta que la oposición al esfuerzo anexionista se viste de muchas maneras, la más curiosa de las cuales la vemos en 1998. A manera de chiste, yo solía presentar la victoria de “Ninguna de las anteriores”, de 1998, como una metáfora de la indecisión política puertorriqueña y de la extravagancia que entraña intentar jugar a la política en mi isla.
     Sí debo dejar claro que se ha acusado al partido anexionista de manipular los “plebiscitos” a la trágala y jugar con los números. Por ejemplo, el “plebiscito” de este domingo originalmente se propuso como una consulta entre estadidad e independencia, treta simplona que recibió un rechazo paternal de Washington. El movimiento independentista es minoritario y el gran enemigo de la anexión se revela como el estatus semicolonial; así, eso de solo poner dos opciones resultó una artimaña transparente e infantil que no logró engañar al imperio más poderoso de la humanidad. Esto es papelón tras papelón.
     Pero en aras de sacar algo de todo este reguero, consideremos lo siguiente: Puerto Rico tiene una tasa de participación electoral considerablemente alta: de 60% a 70%. Estas tasas se aprecian principalmente en las elecciones administrativas, pero también (aunque de menor forma) en los “plebiscitos”. Pues este domingo solo votó un 23% de los posibles electores. El voto se vertió poderosamente al estatus anexionista (97%), pero esto no revela demasiado. De un lado, parecería que ganó un llamado al boicot “plebiscitario” de parte de la oposición. De otro lado, ni siquiera los anexionistas se expresaron entusiastamente ante las urnas. En las elecciones por la gobernación del año pasado, el candidato anexionista recibió 655,000 votos aproximadamente; el este domingo 11 de junio, sin embargo, la anexión ganó solo 500,000 votos. O sea, que ni los mismos anexionistas mostraron demasiado entusiasmo. La oposición ha celebrado el supuesto éxito del boicot, pero yo añadiría que la desgana, ante un Congreso sordo y una Casa Blanca controlada por you know who, ha sido la gran vencedora.
     El papelón del 23% es evidente en los titulares de la prensa internacional y muy, muy difícilmente será pasado por alto en Washington. Sí le servirá al partido en poder para llevar a cabo una campaña de relaciones públicas en la isla y agenciar una posible victoria electoral en 2020. Nuestro gobernador ya está planteando lo siguiente:

“En la ratificación de Wisconsin como estado en el 1848, participaron 23,183 electores de una población de más de 130,000 personas, lo que representa un 17% de su población. En 1911, Arizona hizo lo propio con 15,489 electores de 217,000 de población, un 7% de su población. En el 1940, Hawái solicitó iniciar proceso hacia la estadidad con 35% de participación de sus electores. En el 1946, Alaska comenzó su proceso de admisión con el voto de 16,375 electores con una población de 75,000, lo que representaba 21% de su población. Hoy los resultados igualan o sobrepasan esos porcentajes”. 

     Esto, por supuesto, equivale a decir nada ya que en Washington no existe la necesidad de tratar el estatus de Puerto Rico. De otra parte, si miramos con detenimiento los casos de Arizona, Hawái y Alaska nos será revelado el enorme despropósito de nuestro gobernador. El único tema boricua que se asoma en Washington al momento es el de una deuda de 72 mil millones de dólares, improbable aliciente de nuestra anexión como estado.
     Así que eso. Les quiero pedir disculpas en nombre de mis compatriotas por tener que enterarse de estos papelones. Por eso y por “Despacito”.
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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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