domingo, 13 de agosto de 2017

En cualquier lugar, fuera del mundo

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Map of the World. 1883. 
Estoy aquí y nadie me conoce, soy un rostro anónimo en esta multitud de rostros anónimos, estoy aquí de la misma manera que podría estar en otro lugar, es lo mismo, y esto me hace experimentar un gran dolor y una sensación de libertad hermosa y superflua, como un amor contrariado. Antonio Tabucchi
Por Keren Marín

Siempre que llego a algún lugar por primera vez busco algún espacio que pueda convertir en mi refugio. Su elección depende únicamente del silencio: si puedo escucharme, es el lugar indicado. En este pequeño cuartel me esconderé cuando la tristeza sea más fuerte que la vida misma y el peso de la compañía se haga insoportable. Esta es una precaución que tengo siempre presente, pues de no existir salidas de emergencia ¿qué sería de (nos)otros?

Mi último viaje no fue la excepción. En un pequeño pueblo bordeado de ríos y llanuras, encontré una hermosa biblioteca rodeada de saltimbanquis infantiles. Entre sus estantes descoloridos y los carritos de plástico que rodaban bajo las mesas encontré mi refugio. Allí era posible regresar a la infancia y por ende a lo primigenio: el asombro y los descubrimientos. En alguna de estas jornadas, cuando el espíritu parecía perderse y divagar por los callejones de la angustia, encontré una colección de libros llamada Inmigrantes. Esta colección, editada por Peregrino Ediciones, la componen cinco textos en los cuales se relata la experiencia vital de sus autores en distintas latitudes: Breslavia (Polonia), Moscú (Rusia), La Habana (Cuba), Lisboa (Portugal), Buenos Aires (Argentina)

Cada uno de estos relatos es una reflexión a través de lo que implica el desarraigo, la peregrinación y el encuentro. La acción de viajar como posibilidad de transformación y reconocimiento, la mirada que cambia de perspectiva, el espíritu que reconoce en otros rostros alegrías semejantes. Además, los autores se posicionan desde diversas orillas: nos relatan sus conflictos emocionales sin dejar de lado las historias que se esconden en aquellas ciudades milenarias. Junto a ellos recorremos la ciudad y sus estrechos callejones, reconocemos los libros y la música que han hecho de sus habitantes seres melancólicos o lúcidos y exploramos la noche y sus excesos.

El primer libro de la colección al que llegué fue el de Thomas Sparrow. Mediante sus letras reconocemos a Breslavia, ciudad que después de la organización territorial de la posguerra pasó a ser parte del territorio polaco y cuyos habitantes llegaron de Leópolis (Ucrania) no sin antes llevar consigo toda la biblioteca Municipal: el Ossolineum. El traslado sucedió en 1947 y esta es la historia, según Sparrow, “de hombres y mujeres que decidieron en medio de la desesperanza y las ruinas de las ciudades, reubicar la historia escrita de un pueblo para que esté, privado de su territorio, no tuviera que empezar de cero. Siempre al fin y al cabo, existe la esperanza de un buen libro”. Breslavia se presenta así como una ciudad atravesada por la guerra pero a su vez por el ensueño: ni el ejército rojo ni el ejército alemán doblegaron su espíritu. El humor también es uno de sus fuertes: hay bares en que cuelgan imágenes de Lenin y Stalin y las meseras sirven la comida con un uniforme que dice claramente CCPP (abreviación cirílica de Unión soviética).

Esta imagen contrasta con el relato de Francisco Montaña sobre Moscú. En él reconocemos la Unión Soviética de la década de los ochenta y su devenir cultural: los libros editados clandestinamente y las disidencias basadas en la poesía y el arte. La influencia de los versos de Maiakovski en las juventudes comunistas y los legados cinematográficos de Dziga Vértov. Moscú se nos presenta como una ciudad de contrastes: sus calles repletas de árboles frutales y manzanas callejeras frente a su arquitectura básica y gris. Esta es también la ciudad de los susurros, en donde se conspira a través de la música, el cine y especialmente a través de la lectura. Ejemplo de ello es el viaje que emprende Montaña hacia Leningrado para conseguir Crimen y Castigo, pues Dostoievski había sido descatalogado por las autoridades por considerarse nihilista y burgués. Sí, la silenciosa oposición de los lectores.

Este legado socialista es redescubierto por Nicolás Ordóñez en la Habana. Primero a través de las Revistas Sputnik en donde los viajes a Siberia son promocionados como si fuese un destino caribeño y cuyas columnas sobre ajedrez y la carrera espacial nos devuelven a los tiempos de la Guerra fría y la imagen de Laika orbitando la tierra. Ordóñez también descubre a Cuba a través del ingenio de sus habitantes: las cadenas de nieve enviadas desde la URSS y adaptadas al clima tropical, la pericia de los campesinos, quienes frente a la prohibición de matar vacas, roban de noche parte de su carne y las dejan con vida y como no, el mercado negro de calzoncillos nicaragüenses en el vedado. Cuba es considerada en su alegría y tiempo, a través de las funerarias llenas de risas y el tono carmelita en los uniformes de los funcionarios públicos.


La Diligencia Libros. 

De repente, esta latitud llena de jolgorio y bailes empieza a desvanecerse cuando nos acercamos a Lisboa: ciudad alegre y triste. En ella, Felipe Cammaert nos advierte sobre las tágides, sirenas de agua dulce que adornan las aguas del Tajo y son la perdición de los marineros que llegan a la ciudad. Nos guía también a través de la saudade -como emoción y como vocablo- y sus múltiples significados y acepciones. Lisboa se nos presenta como un lugar triste y cautivador, cuna de poetas y de versos: desde Charles Baudelaire hasta Enrique Vila Matas se han dejado contagiar de su aire melancólico y sus antigüedades escondidas. Es un rinconcito blanco y resplandeciente, de ancianos en las aceras y nombres extensos. Ciudad de heterónimos y homónimos, pues solo basta contar cuantos Silva viven en una misma calle.

Finalmente, nuestra travesía como lectores termina en Buenos Aires (cerca al corazón). En ella Tatiana Andrade nos enseña el otro mundo porteño, el de los jubilados y los mercados chinos y el estudio salvaje y culinario del lenguaje bonaerense: el “tira más que una teta de carreta, cuídate de perro rabioso y de hombre sospechoso o quien nace lechón muere cochino”. Buenos Aires ritual y sensible: el mate, los amigos, las enharinadas cuando alguien termina la universidad y la forma particular de hacer las milanesas. Las marchas que se toman las calles y el subte, la política en todas sus formas y colores, las arengas contra la muerte y a favor de la esperanza y la utopía.

Esta colección es una magnifica travesía. Una puerta que abre en distintas direcciones y siempre logra sorprendernos. A través de ella comprendemos que el mundo es nuestro refugio y las letras, el modo de construir aquel escondite soñado.

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Publicado por Keren Marín
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

1 comentario:

  1. De migraciones, e inmigraciones están construidas las historias de los países; acciones que borran los límites de lo geográfico para reubicarlos en lo imaginado. Gran reseña, gracias por compartir esta experiencia lectora.

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