lunes, 11 de diciembre de 2017

Sugerencias festivas (I)

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Se avecina la época de los trineos de plástico, de la nieve sintética y de los barrigones vestidos de rojo: tiempo de tener cerca la billetera o la tarjeta de crédito. ¿No sabe qué obsequiar por estos días? Como los libros no tienen fecha de caducidad, revista Corónica invitó a algunos amigos a recomendarle uno para que quede de perlas con el ser querido. Acá está la primera entrega. ¿Listos el lápiz y el papel?

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Juan Felipe Gómez

Que un escritor laureado produzca un texto memorable para ser leído al momento de recoger su galardón debería ser una de las primeras condiciones en estos certámenes, si es que buscan reconocer a un autor verdaderamente íntegro. En tiempos en los que los escritores brillan más por lo vociferan en redes sociales y en los corrillos de eventos literarios que por el valor y la lucidez de su producción escrita, reconforta encontrarse con una compilación de discursos confeccionados con arrolladora honestidad por un creador en plena madurez. 

Pablo Montoya ha recibido en los últimos tres años dos de los reconocimientos más importantes de la literatura en nuestro idioma: el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, y el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso. Con motivo de las ceremonias  de  recepción de éstos, el santandereano redactó los textos Arte y desamparo, y Colombia: albergue horadado, respectivamente. Junto a tres textos más producidos para ser leídos en eventos académicos (incluida su posesión como miembro de la Academia Colombiana de la Lengua), Sílaba editores presentó este año este bello y sobrio volumen que, necesariamente, debería encontrarse en la lista de los más vendidos para estas fechas de fin de año.  

Como dispositivo que mueve a la reflexión y nos sacude el polvo de la memoria histórica, en uno de estos discursos Pablo Montoya nos recuerda, con necesaria crudeza, que nuestro país “es un espacio lleno de espectros, de torturados, asesinados y desaparecidos”. Así mismo, saca a relucir que “Colombia, desde que existe como república, no ha cesado de hacerse la guerra a sí misma. Agresivas guerras de independencia y caóticas guerras civiles durante el siglo XIX. Uno de esos periodos, incluso, lo hemos llamado “Patria boba” como para decirnos, en un instante de sarcástica claridad, que nuestra historia libertaria está anclada en la estupidez”.    

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Jaír Villano

El libro más vendido en diciembre, preguntan y uno piensa en varias novelas, pero dado el momento histórico que atraviesa el país elijo El orangután con sacoleva: cien años de democracia y represión en Colombia (1910-2010). ¿Las razones? Bueno, por un lado, se aproximan las elecciones presidenciales y estoy seguro de algo: quien lea este libro ampliará detalles sobre la deficiencia histórica de la clase dirigente, lo cual es pertinente y necesario a la hora de sufragar (Ay, Vargas Lleras). Y de otra parte, porque el libro de Gutiérrez Sanín nos hace recapacitar como ciudadanos: ¿es esto una democracia? ¿Existe el Estado colombiano? ¿Por qué la misma clase que dirige y corrompe el poder se mantiene en él? (Ay, la paz; ay, Santos). Lo leí hace un tiempo y desde ahí lo llevo a donde quiera que vaya. Es un juicioso y argumentado estudio de las múltiples fallas de la institucionalidad nacional.  Le tengo especial aprecio, pues desde que pasé por sus páginas me convencí de lo siguiente: esto no lo arregla nadie. Ese no es el fin del libro, por supuesto. Pero hay que leerlo para entender mi perspectiva. La decepción fue tanta, que mi interés por los acontecimientos nacionales disminuyó radicalmente (y puedo decir con honor: "¡Para qué perder el tiempo!"), lo que de otro lado hizo que mitigara el estrés y el dinero que gastaba en periódicos y revistas ahora lo invierto en novelas. Alguien dirá que esas confesiones no vienen al caso (y de hecho, el editor me dijo que escribiera en breve), pero es que si hay algo interesante en las lecturas son las experiencias. Y es que la ficción no es la única que pesa... 

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(El novelista Carlos A Caicedo L)


Juliana Javierre

Glosa paseada bajo el fuego y la lluvia, la primera novela del escritor chocoano Carlos Arturo Caicedo Licona es, sin duda, un libro que merece ser leído, releído y estudiado. Editado en 1982 bajo el auspicio de la Empresa de Licores del Chocó, cuenta la historia de un pueblo en el que la vida se sucede de manera apacible hasta que un día las aguas se desbordan y una ola de fuego se eleva, consumiéndolo todo a su paso. Un ya octogenario Petronio, yerbatero y último descendiente de una tribu de cimarrones, es el llamado a redimir la tragedia, producto de una venganza por parte de los brujos de Viró-viró, pueblo vecino, molestos porque han vuelto inservibles sus árboles de chontaduro. Se le dice que tendrá un hijo y que este emprenderá un viaje a través del río hasta donde los brujos, a quienes deberá llevar explicaciones convincentes. Sin embargo, la travesía de su hijo, Benito, elevado a Santo, se ve llena infortunios, y al no poder cumplir con su propósito decide inmolarse para en vano intentar, así, evitar la destrucción del pueblo. Es esta una obra plagada de símbolos, construida desde un conocimiento histórico y cultural profundo, en la que el tiempo en apariencia lineal permanece en diálogo con el tiempo mítico y a la que no parece sobrarle una sola palabra. Caicedo Licona dice lo que tiene que decir; sabe cómo hacerlo, y lo hace además privilegiando siempre la libertad sobre la comodidad, firme en sus convicciones aun cuando estas constantemente se oponen al centro de poder. Por eso, tal vez, su nombre resulta desconocido incluso en el ámbito académico; por eso no se encuentra su obra en las librerías. Glosa paseada bajo el fuego y la lluvia es un libro que merece justicia, y que merece, sobre todo, una reedición.

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Mario Cárdenas

Me pidieron que escribiera sobre un libro que quisiera ver entre la lista de los más vendidos. Es una inutilidad hacerlo si el libro que intento recomendar no circula en librerías o su autor no dedica parte de su tiempo a promocionarlo o a enviarlo a un posible lector para que lo reseñe. Al autor, a Saúl Álvarez, solo le alcanza el tiempo para dibujar y escribir, para hacer textos y texturas. La promoción del libro queda fuera, excluida. Texto Textura, Ficciones y dibujos al aire libre es un texto portátil, con dos formas aparentes: una entre la texturas de los dibujos que el autor traza, que el autor marca mientras observa, texturas que son “… tal vez sombras, tal vez paisajes, tal vez presencias” como dice Álvarez. Texturas que son apenas contornos, una mezcla de líneas, de apariencias que no buscan identificar objetos. Muestras y probaturas de lo que sucede mientras aparecen los textos, la otra forma posible del libro. Los textos en cambio son el ruido destilado de conversaciones escuchadas, de conversaciones a medias. Los textos describen objetos y situaciones en lugares públicos. Los textos son el eco del ruido diario, de la espera en un parada de buses, del tedio en la filas, de sillas vacías y mesas con personas, de pasillos y espejos, de sombras, de hechos al margen. Texto Textura, Ficciones y dibujos al aire libre, la última Marginalia, un texto inacabado, un ejercicio que pone de frente al lector ante lo que sucede y pocos notan. 

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Jáiber Ladino Guapacha

Quizá porque las preguntas trascendentales de cada ser humano se originan por los desafíos cotidianos es que la literatura es la mejor forma de ejercer la filosofía y de ahí, el preciado bien de la autonomía. La lectura, como acción en la que se busca una imagen conocida, resulta liberadora por el poder que le entrega al lector, al nombrar aquello que, por la costumbre, no se ve. Margarita, la protagonista de esta novela, acostumbra ir al parque con Caliche, su perro, y allí los fragmentos de las conversaciones que escucha estimulan su pensamiento, cuestionan su día a día, sus deseos de evadirse, la recurrente pregunta para saber dónde está la vida, pues la rutina parece habérsela quitado.

Como en un juego de espejos, Margarita termina cuestionándonos a nosotros, sus lectores, cuando juzga los planes incompletos, los amores perdidos, los sueños olvidados al amanecer. Y lo hace con un ritmo juguetón pues entre el dato científico de la ubicación geográfica y el decorado mitológico traído a colación, nos hace el reclamo de ser como ese peñasco a la entrada del mar mediterráneo, peleado por españoles y marroquís: “Porque el destino del Perejil se decide en todas partes menos allí mismo, porque allí no pasa nada, no crece nada, nadie lo quiere para nada, salvo para decir que es suyo, nadie lo ama ni tiene gratos recuerdos de él, ni nostalgia por él, ni nadie quiere viajar allí de picnic ni de luna de miel ni siente deseos de ir a pescar ni de asistir a una fiesta en aquel paraje”.

Frente a ese peso existencial que podría determinar un final asfixiante, el recurso de la gratitud resulta reparador, pues como bien dice en la misma novela, de la felicidad nos damos cuenta una vez la hemos vivido.

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Liliana Guzmán

Soy una lectora lenta, dispersa y caprichosa. Me gusta comprar libros, observarlos crecer en pilas sobre mi mesa de noche, cargarlos como amuletos entre la maleta, y demorarme años en leerlos, incluso décadas. Sin embargo, este año he hecho un gran esfuerzo por actualizar mis lecturas, pues el 2017 ha sido un año lleno de novedades sobresalientes, como Animales del fin del mundo, de Gloria Susana Esquivel, o los cuentos del Cuaderno de entomología, de Humberto Ballesteros Capasso. Sin embargo, hay dos títulos que, según mis raros gustos, deberían estar en el top de las listas de ventas, en todos los árboles navideños, sobre todas las mesas de noche. Uno es La perra, la última novela de Pilar Quintana. La perra cuenta el universo caliente, húmedo y agreste del Pacífico colombiano con un lenguaje preciso, que es la estructura de una profunda reflexión sobre la maternidad y la muerte. La novela cuenta la relación entre Damaris, una mujer que no ha logrado “ser mujer del todo” porque no ha logrado tener hijos, y Chirli, una perra que sobrevive a una muerte segura durante sus primeros meses de vida, gracias a los cuidados de su dueña. Sus paisajes, las emociones descritas con fría contundencia, sus personajes esquivos, son asombrosos. Es todo lo honesto que puede ser un texto. El otro es Viaje al interior de una gota de sangre, de Daniel Ferreira, uno de los mejores autores jóvenes del país. Este libro no es fácil de leer. No es sencillo ser testigo de una masacre descrita tan cruda y cinematográficamente. El de Ferreira es un libro necesario, narrado de manera bella y cuidadosa, sobre el horror que este país vive y olvida en un enfermo círculo vicioso. Tanto Daniel como Pilar se consolidan como dos grandes voces, dos miradas desde un lente distinto y original que cuentan, con profundidad, a los habitantes de la miseria que solo salen en las noticias cuando protagonizan alguna tragedia. 

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Yenni Zulena Millán V


A menudo lo más vendido no encuentra parentescos con lo más leído, lo más necesario, mucho menos con lo más querido; causa un poco de escozor que la literatura, algunas veces, pueda llevar en hombros y con gusto la simpleza del celofán de las modas. Si nuestra decisión pudiera sobreponerse al tiovivo de la trata mercantil, mi deíctico recaería sobre la poesía. La poesía nos vuelve andróginos, nos pone el tiempo en blanco. Si la novela nos sitúa en las vidas de otros –yos anteriores o yos futuros– la poesía nos retiene con mayor fuerza que aquella Técnica de Ludovico que nos mostrara Kubrick; nos obliga a vivir en carne propia, de una vez, sin poder recurrir al simulacro.

Como el deseo a menudo es de amplio apetito mi selección para insertar entre las líneas que ya han sido medidas implica dos libros, dos poetas: Noticias de Gaza, de Carlos A. Castrillón, y Pájaro de piedra, de Bibiana Bernal. Como viejos conocidos, como reformadores de recuerdos, ambos libros cumplen la función secreta de mover el interruptor inalcanzable y encender el lector profundo, el viajero íntimo que toma nota antes de que el paisaje se extravíe. 

Los poetas nunca necesitaron coronas, pero la poesía precisa lectores: su legión nunca ha sido numerosa, pero requiere que los enlistados la tomen en serio; no en el sentido de rebanar algunos versos para ganar adeptos y abrillantar anécdotas, sino para poner en altavoz el alma silenciada de la historia que, en época de pantallas, por momentos se contagia de obsolescencia. Noticias de gaza nos adentra en una zona resistente a la inhumanidad, a la calma perfeccionada de los noticieros, a la estrategia paracetamólica de pensar que el mal siempre está demasiado lejos, que la muerte no nos completa demasiado pronto. Pájaro de piedra reúne nuestros miembros dispersos en una plegaria de ceniza y de viento.


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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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