miércoles, 20 de noviembre de 2019

Las injustas – 21N

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Por Jhon Isaza

La primera sesión de la UNESCO se realizó en noviembre de 1946, París. Después de la guerra era obligación crear una organización que tuviera como finalidad el cuidado y la propagación de la cultura y la paz, ya que hay tantas que buscan la ignorancia y la guerra. Asistieron representantes de 44 países, y entre ellos, el filósofo y político francés Jean-Paul Sartre. Allí, ante todos, leyó una conferencia que tituló La responsabilidad del escritor; al inicio de ella nos dice que si creemos que Hitler es responsable de todo el mal causado y nosotros no, es sólo porque no hemos entendido bien, pues todo hombre es responsable de todo ante todos, así que en alguna medida usted, lectora, aunque aún no sepa instalar una mina, o contratar un sicario, es responsable de los muchos muertos que han causado minas y sicarios. Voy a dar cuatro pasos para explicar la idea de Sartre, y para intentar mostrar por qué razón si usted está en desacuerdo con protesta social (paros de gremio, cívicos, campesinos, general, popular, marchas, manifestaciones, mítines, huelgas, asambleas, boicot), entonces usted hace parte de la horda creciente de injustos que envilecen el mundo.

Paso 1 

En cuanto a nuestra relación con el mundo, los humanos nos encontramos regularmente por lo menos en dos tipos de acuerdo o desacuerdo: sobre hechos (creencias), y sobre los sentimientos que generan en nosotros esos hechos (actitudes). Y en cuanto a esto, hay cuatro tipos de relaciones comunes. Veamos:

i) Acuerdo en creencia y en actitud: Mafe y Clau están de acuerdo en que vías de hecho como las marchas y los paros nacionales, son y han sido una herramienta efectiva que el pueblo ha usado para lograr por la fuerza de la voz lo que los estados se han negado a dar por la obligación de la ley; y Mafe y Clau aprueban las marchas y los paros. Ambas coinciden en su conocimiento sobre la historia de la protesta social, creen lo mismo sobre los hechos, y se sienten de acuerdo con esta forma de reclamar justicia. ii) Acuerdo en creencia y desacuerdo en actitud: Mafe y Clau están de acuerdo con las marchas y los paros (por las razones arriba mencionadas); pero mientras que a Clau le parece muy bien esta forma de protesta, a Mafe no, ella sabe que es justa, que es legal y que ha sido efectiva, pero no está de acuerdo con todo el ruido y caos que generan estas hordas en revolución. iii) Desacuerdo en creencia y acuerdo en actitud: Clau está de acuerdo con las marchas y los paros, pero Mafe no, Mafe cree que las marchas no son ni han sido una herramienta efectiva, al parecer Mafe tiene evidencia para demostrar que en el estado actual de cosas marchar y protestar no sólo es ilegal (razón por la cual debemos estar contra gente como Clau) sino innecesario, porque el Estado actual da a todos lo justo. Y es posible que Mafe y Clau coincidan en actitud: no estén de acuerdo con todo el ruido y caos que generan estas hordas en revolución. Pero Clau, no obstante, pone hechos sobre sentimientos. iv) Desacuerdo en creencia y actitud: Clau cree que marchar es legal, necesario y efectivo; Mafe no. Clau siente simpatía por las marchas y protestas justas, Mafe no.

Nota: una versión de Mafe podría decir que está en contra de las marchas porque se queman carros y se causan daños a la propiedad privada, pero en ese caso Mafe no está en contra de las marchas, está en contra de los daños a la propiedad privada, y contra eso incluso Clau está en contra. Una posición similar podría tener Clau, pues podría decir que está contra de las intervenciones del Ejército Nacional porque hay casos en los que se han cometido violaciones a los derechos humanos, pero Mafe, y todos, podríamos decirle que eso no es estar en contra de las intervenciones militares, eso es estar en contra de la violación de los derechos humanos, algo apenas sensato. Se trata aquí de discutir sobre la parte no viciada de nuestro comportamiento social. 

Paso 2 

Irving M. Copi y Carl Cohen dicen que si el objetivo es llegar a un acuerdo, debemos entonces identificar la naturaleza de nuestro desacuerdo, y cuál de ellos es el más relevante. Así que quizá ya podamos aceptar algo: el desacuerdo más importante a solucionar es el de creencia sobre hechos. Usted y yo podemos sentirnos incómodos al ver a dos hombres besarse en público, tenemos algún trauma y en alguna medida no somos muy culpables de nuestros sentimientos, pero una cosa es eso y otra muy distinta que afirmemos que la homosexualidad es una enfermedad, o conduce al desenfreno y el apocalipsis, eso es una cuestión ya no de sentimientos sino de hechos, y las creencias sobre hechos se demuestran. Así que si Mafe y Clau tienen un desacuerdo en creencia, eso no se soluciona simplemente respondiendo cosas como “pues para mí es así, y punto”, o “eso es lo que usted cree y yo creo otra cosa”, no, así no. Los desacuerdos en creencias sobre hechos se solucionan con evidencia, con pruebas, con hechos. No con engaños o evasiones.


Paso 3


Existe una posibilidad de que Mafe esté, digamos, en lo cierto. Es decir: es posible que Mafe no esté intentando engañarnos al decir que las marchas y los paros no son efectivos ni necesarios, es posible que ella crea eso porque ella tiene evidencia para demostrar que el Estado es justo. “¿Cómo es posible?”, se preguntarán los pobres del mundo. Sencillo: si Mafe vive en el norte o en las zonas campestres de la ciudad, no suele caminar por los lugares en los que la miseria es aire, si Mafe sólo se informa por medio del periodismo que pagan los intereses privados y del Estado, y si Mafe disfruta de privilegios y paisajes envidiables, entonces Mafe no miente al decir lo que dice, Mafe no es culpable de ver el mundo como lo ve: hermoso, justo y calmo. De eso no. Pero es indudablemente culpable por creer que lo que le sucede a ella explica lo que le sucede a todos. Mafe no ha entendido que ella hace parte del limitado mundo de los privilegiados, de los especiales, de los que no ven en las felicidades un presagio de la desgracia. Y Mafe es culpable de hablar en público sin haber entendido aún que público tiene más que ver con quienes pueblan una nación, que con quienes se aprovechan de ella.

Paso 4 (y último) 


Citaré un par de párrafos de la conferencia que leyó Sartre en aquella sesión de la UNESCO:

“Dostoievski afirmó: “Todo hombre es responsable de todo ante todos”. Esta fórmula se hace cada día más verdadera. A medida que la colectividad nacional se integra más en la colectividad humana, a medida que cada individuo se integra más en la comunidad nacional, se puede decir que cada uno se vuelve más responsable, más ampliamente responsable.
Hemos considerado que cualquier alemán que no hubiera protestado contra el régimen nazi ha sido responsable de ese régimen, y si existe entre nosotros, o en cualquier otro país, cualquier forma de opresión racial o económica, consideramos responsable a todo aquel que no lo denuncia. […] En consecuencia, esa expresión tan querida a los estadounidenses, one world –un solo mundo- significa muchas cosas, pero entre otras, que cada uno es responsable de todo lo que sucede en el mundo.
Creo que todos estamos de acuerdo en esto [...]” 

Veamos: ¿cómo puede ser que yo, que sólo conozco esta parcela caótica del mundo sea responsable de lo que le pasa justo ahora, a miles de kilómetros, a una anciana rusa que llora un llanto que nadie escucha? Lo que dice Sartre es que si no respondemos con honestidad a las pequeñas obligaciones sociales a cambio de las cuales recibimos beneficios, entonces deberemos corrompernos para mantener los beneficios que gozamos por cumplir lo que no cumplimos; lo que dice implica que si hemos creído que tener poder nos da licencia para usarlo a nuestro beneficio, entonces nosotros somos el problema, porque con esto no hacemos más que agrandar la grieta de la desgracia del mundo.

El hombre que recibe dinero a cambio de matar a alguien; la abogada que a pesar de estar segura de la culpa de su cliente usa lo aprendido para impedir justicia y reparación; el mesero que guarda para sí un celular, una billetera olvidada por un cliente; el policía que golpea y daña y mata a quien es más débil que él y que marcha y grita por necesidades tan grandes como las suyas; la estudiante que obtiene con engaños lo que debería obtener por la avidez de su intelecto; el profesor que echa la culpa de su ineptitud a los estudiantes, que no estudia, que no cumple su horario; el director de programa que miente para obtener un puesto, que usa, no su inteligencia, sino su astucia ladina para otorgar cargos innecesarios, usando el dinero del Estado a beneficio propio; el auditor que sabe que pasa lo que no debería pasar, y calla; el periodista que difunde información que sabe que es falsa, pero que se excusa admitiendo que no tiene otra forma de conservar su empleo; la señora que afirma a boca llena cosas cuya verdad no ha evaluado, de cuya evidencia carece, pero que ama difundir porque encajan con sus deseos; la Mafe que sabe que marchar y parar es necesario y justo, pero se va contra ello, y la Mafe que cree que la medida de su mundo es la medida del nuestro; el político que sabe que una parte importante de la población para la que trabaja no puede disfrutar del ocio necesario para aprender, para analizar qué de lo que le dicen es mentira y qué no, y por eso difunde errores y prejuicios, y abusa de eso para sostener los privilegios que en otras regiones del mundo le valdrían la cárcel, el destierro o la muerte; quienes tienen libertad, fuerza para caminar y voz para gritar todos los días en contra de abusadores y farsantes, y no lo hacen, y son cómplices; esas personas, las deshonestas, las injustas, que se conocen bien, están destruyendo el mundo.

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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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