martes, 7 de agosto de 2018

Pájaros de verano o cuando las culturas se cruzan

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       Mi relación con el cine colombiano no ha sido la mejor, y creo que esa es una sensación que tenemos muchos. El cine local es un cine que se mueve en los extremos: por un lado está el cine comercial  que llena las salas: un cine fabricado con chistes flojos, con gente que se golpea o se cae, con humoristas que no son actores, con tramas que ofenden la inteligencia de los espectadores, aunque hay muchos de ellos que no se dan cuenta de eso; y por el otro costado, al otro lado del ring, hay un cine que, por el afán de participar en festivales, creo yo, por querer mostrarse en escenarios internacionales, se compone de narrativas que no narran y terminan por aburrir al espectador, quedándose solas, olvidadas, exhibiéndose solo al aire que se sienta en las sillas de los cinemas. No daré ejemplos, pero seguro que mientras leen esto, algunos nombres de ambos bandos van rotando como fotogramas por sus cabezas.

Y es necesario decir que el cine de los chistes es el que patrocina al cine solitario.

Sin embargo, aparecen películas que me llenan de esperanza porque son ese punto medio del cine colombiano, es decir, narran buenas historias sin necesidad de recurrir al ridículo. De estas sí doy ejemplos (tal vez no a todos les parezca buenos ejemplos): La estrategia del caracol, Los niños invisibles, La gente de la universal, Los colores de la montaña, Confesión a Laura, Los viajes del viento… y otras muchas que se me escapan por ahora.

Así es Pájaros de verano, una película que cuenta una historia que cruza dos culturas, la Wayúu y la nuestra, tan occidental y a veces tan nociva. Es una historia que se cuenta en Wayuunaiki y español, entre bailes indígenas y vallenatos, entre el dote y la marimba. Esta cinta dirigida por Cristina Gallego y Ciro Guerra, muestra cómo una cultura se traga a la otra, la devora, la vuelve ambiciosa, la convierte en muerte.

De este filme cabe destacar la delicadeza con la que abordan las tradiciones de los indígenas Wayúu, su conexión con la naturaleza y con el mundo de los muertos, la violencia y la ambición occidental que llega en forma de marihuana, pero que no por ello deja de ser para lo Wayúu una forma de ganarse la vida, de sobrevivir. Nunca emiten un juicio de valor sobre la manera en que llega el dinero a sus vidas. Repito, es una historia que se narra sin pretensiones, sin querer figurar. Ella figura sola, como las buenas obras, no necesita usar un lenguaje lento, lleno de expresiones que nunca decimos en una conversación.

            Excepto los hijos de los protagonistas que en nada se parecían a ellos, la actuación natural es muy buena, y ello aporta a la construcción de la verosimilitud de la obra.

            Pájaros de verano es una película de mafiosos del desierto y de la sierra, de gansters que creen en los mensajes que traen las aves y los sueños.

            ¡Muy recomendada!

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Publicado por jerogarciar
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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