sábado, 20 de octubre de 2018

Espectros para un futuro cancelado

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Por Mario Cárdenas

Justo cuando pienso que estoy ganando/cuando había roto cada puerta/los fantasmas de mi vida/soplan más salvajes/que el viento…
“Ghost” –Japan


En lo fundamental, pienso que vivimos una forma de explotación capitalista, o de sobreexplotación capitalista, que no es sólo una explotación mercantil. En cierta medida podemos considerar con nostalgia el período de explotación mercantil. Porque cuando el capitalismo estaba ligado a la explotación mercantil, reinaba una forma de explotación dialéctica, en la que la mercancía implicaba necesariamente trabajadores: éstos debían producir, y había que explotarlos para producir. La mercancía estaba separada de los trabajadores, era extraída de su trabajo. Ahora conocemos una forma de explotación más directa, que no toma la forma de la mercancía sino de la promoción.
Explotación y promoción de sí- Capitalismo contemporáneo y destrucción de la conciencia colectiva

Mark Fisher
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Durante gran parte de su vida el escritor y crítico inglés Mark Fisher se sintió como un vehículo fuera de uso, un bueno para nada que no encajaba en las operaciones cotidianas y que se veía a cada paso fuera de lugar, lastrado, mirando un futuro que iría perdiendo su dimensión. Todo esto derivado en una variable depresión que conectaba con su inmovilidad. Aun así, Mark Fisher hizo de su trauma y sus síntomas una escritura espelúznante, usando su  depresión y los malestares que ha instaurado en la siquis social The City, núcleo y generador de la energía y las  percepciones que inocula el capitalismo.  

Procedente de un medio obrero, su pasión por la televisión y la música pop fueron fundamentales en su percepción del mundo. Convencido de que las mutaciones culturales podían anunciar profundos cambios sociales, Fisher trabajó para que sus discusiones instalaran fuera de escena alternativas, haciendo uso de herramientas narrativas populares para filtrar mensajes.

Mark Fisher nació en Reino Unido en 1968, en 1995 se unió al colectivo de investigación interdisciplinar Cybernetic Culture Research Unit, en ese lugar cruzó con el “aceleracionista” Nick Land y la escritora Saddie Plant (autora de Escrito con Drogas). El grupo llegó a la idea fundamental de que “las cosas sólo podrán ir a mejor cuando hayan ido mucho peor, por tanto ¡empeoremos las cosas!”. Una década después, bajo el seudónimo K-Punk incubó un proyecto crítico y subversivo, un blog de crítica cultural del mismo nombre: K-Punk  que era parte central de una constelación de blogs, entre los que se contaban Blissed out o Blissed Blog de Simon Reynolds, el crítico musical autor del ensayo Retromanía, La Adicción Del Pop A Su Propio Pasado, que plantea una certera afirmación “vivimos constantemente mirando para atrás, no hay nada nuevo”. Un blog, como se sabe, era en esos años, aunque todavía quedan ruinas, un espacio, una comunidad activa de lectores y escritores productores. Todo se compartía, nada estaba en venta. Internet estaba entonces, y no por mucho tiempo, fuera del control y el narcisismo utilitario que las redes sociales han impuesto hoy.
En medio de la operación de sus ensayos Fisher compiló el libro The resistible demise of Michael Jackson Jacksonismo (Zero Books), [trad. Michael Jackson como síntoma] para hablar del artista: “con la convicción de que la muerte de Jackson debía ser abordada por algo más que tributos fáciles o  biografías abultadas”. Jackson fue, entre otras cosas, la banda sonora que introdujo el Realismo capitalista,  mutando en una variación del entretenimiento con su  sucesiva transformación física, usando  el plagio, las estrategias de marketing, la depresión,  la mutación, la simulación,  el cinismo neoliberal, la celebridad exorbitada para someter de forma libidinal a las masas hasta convertirla en los que es hoy la plaza globalizada, una  mercancía zombie.

Cada uno de los rasgos que aparecen en los ensayos de Fisher son formas de conjurar fantasmas, que se adentran en las  grietas de que lo él definió como Realismo Capitalista: “tal como lo entiendo, no puede limitarse al arte ni a la forma casi propagandística en que funciona la publicidad. Es más como una atmósfera penetrante, que condiciona no solo la producción de cultura, sino también la regulación del trabajo y la educación, y actúa como una especie de barrera invisible que restringe el pensamiento y la acción”. El Realismo Capitalista es una categoría que ya antes habían utilizado de forma paródica un grupo de artistas pop alemanes. El empleo del término por parte de Fisher es a su vez algo más expansivo, la definición de una atmósfera general, que hoy en día, y en  futuro bloqueado, lleva un peso ontológico distinto. Fisher carga de energía varios ensayos para poner a gravitar una idea de realidad que es necesario afirmar, hacerla  evidente, identificable, en palabras de Fisher: “El capitalismo no es ya el mejor sistema posible, sino el único sistema posible. Y las alternativas no son solo indeseables sino, fantasmáticas”.

En esa aceptación realista de que el capitalismo es el único juego que podemos jugar y que no se puede desactivar, sino subvertir, plagarlo de fantasmas para abrir en él espacios públicos y habitables, jugar en sus coordenadas para activar opciones, como dijo  Fisher “Lo que se necesita no es más evidencia empírica de los males de la clase dominante sino que la clase subordinada se convenza de que lo que piensa o dice importa; de que ellos son los únicos agentes efectivos del cambio".

En ese sentido el capitalismo es además una dimensión y un espacio que parece no dejar alternativas y que lentamente inhabilita el futuro y las percepciones que puedan derivar de este. El  futuro en este Realismo Capitalista no  avanza más y ha quedado reducido a constelaciones extraviadas que van y vuelven hacia un punto detenido como la imagen final de la serie británica Saphire and Steel que Fisher utiliza para definir un futuro sin tiempo y espacio determinado. Dicho esto, el futuro y sus expectativas son una colección de piezas intercambiables, de artilugios retro, sin una contracultura que pueda evadir la realidad dominante y que pueda considerar que el orden establecido no es fijo para modular nuevas vías de escape.

En un futuro así descrito y en la actualidad todos somos, como escribió Ian Penman para la revista The Wire refiriéndose a ese fragmento de la canción Aftermath de Tricky que incluye un diálogo extraído de Blade Runner, “vacíos parlantes hechos de fragmentos y citas, contaminados por las memorias de otras personas”.

En  Realismo Capitalista Fisher afirma que la precarización del trabajo, el uso privado de los espacios sociales, la desregularización del mercado y la mercantilización de la educación y la salud producen efectos en las sociedades y los cuerpos que se manifiestan en  varias reacciones fisiológicas o trastornos colectivos que se han pretendido individualizar como síntomas aislados. Enfermedades que dejan individuos amputados por estrés, desórdenes de atención y por  la depresión, la enfermedad compartida de los habitantes de la realidad que ha sido abducida por el capitalismo y que nos inmoviliza como dice Fisher: “La depresión colectiva es el resultado del proyecto de la clase dominante de la resubordinación. Desde hace algún tiempo aceptamos cada vez más la idea de que no somos el tipo de personas que pueden entrar en acción”.

En esta  lenta cancelación del futuro, la lucha de clases se hace invisible, se niega, se incomunica, es algo que no debe invocarse, el resentimiento debe llenarse de figuras publicitarias progresistas que lo hacen perder su efecto obviando el malestar. El resentimiento es negado, y se le trastoca para hacer del resentimiento   un modo de operación y respuesta vergonzante. Nadie quiere entonces hablar de resentimiento de forma directa. Es por eso que Fisher manifiesta que el resentimiento es un afecto mucho más marxista que los celos o la envidia “la diferencia entre resentir la clase dominante y envidiarla es que los celos implican un deseo por volverse la clase dominante, mientras que el resentimiento sugiere una furia hacia su posesión de recursos y privilegio” así, los celos pueden verse clausurados apenas se colme el deseo por lo objetos obtenidos, por el anhelo del poder y se vean trastocados por los privilegios recibidos.

De aquí que, el resentimiento es una artería que debe bombearse como alternativa para enfrentar las consecuencias del Realismo Capitalista.

Mark Fisher publicó además Ghost of life: Essays on melancholia, hauntology and lost futures en la editorial Zero Books, editado y ampliado luego de su muerte en 2017 al español  por Caja Negra Editora con el nombre de [Los fantasmas de mi vida: escritos sobre depresión, hauntología y futuros perdidos]. El Libro es una suma de artículos, una colección de ensayos sobre temas similares vistos a través del prisma de la música, el cine y la hauntología  que funciona como un diario personal, algunos inéditos, y otros publicados en el blog de Fisher K-Punk o para la revista The Wire.  En este libro Mark Fisher abre una grieta en nuestro tiempo para evidenciar como la cultura popular –en especial la música– hace unos años  tenía la capacidad de producir rupturas, deslizar espectros  y crear fugas para modos de vida radicalmente alternativos. En palabras de Fisher: “En un momento de reacción y restauración política, cuando la innovación cultural se ha estancado e incluso retrocedido, cuando "el poder... opera de manera tanto predictiva como retrospectiva" como afirma Eshun, una función de la hauntología es seguir insistiendo en que hay futuros más allá del tiempo terminal de la posmodernidad. Cuando el presente ha abandonado el futuro, debemos escuchar las reliquias del futuro en los potenciales inactivos del pasado”.

Mark Fisher utiliza para ello el rol de los espectros en el movimiento musical de la segunda mitad de la década de los 2000 bautizado como hauntology, a lo que llama la “second (un)life”), además de explorar las relaciones de la hauntología con el cine y la televisión. Todo, a través de  ejercicios de análisis cultural que comprenden la obra de directores como Kubrick, Cronenberg o Christopher Nolan, bandas como Joy Divisón y el artista Tricky. Invocando los versos que David Sylvian canta en la obra maestra del pop “Ghost” de Japan. Fisher hace un ejercicio que acciona Los espectros de Marx, una  hipótesis que  Jacques Derrida  publicó en 1995  para responder a aquellas sentencias triunfalistas que cancelaban el futuro, como la de Francis Fukuyama, que ante la caída de la URSS declaró el fin de la historia debido a la muerte del comunismo y el marxismo en general. La lucha de ideologías era clausurada, y se cerraba el campo a un pensamiento único, sin alternativas. Derrida en su ensayo sitúa al fantasma o espectro, como una figura desestabilizadora, que puede crear fisuras,  puesto que un espectro ocupa un lugar paradójico entre el cuerpo y el espíritu: el espectro es y no es al mismo tiempo. Así, desvió la ontología clásica e instauró una fantología. Los espectros puestos así son fracturas y funcionan como  puentes y posibilidades  que contaminan la espesa totalidad del Realismo Capitalista que señaló Fisher, marcando la existencia y el futuro a base de fallos y puntos muertos: "todo lo que existe es posible únicamente sobre la base de una serie de ausencias, que lo preceden, lo rodean y le permiten poseer consistencia e inteligibilidad".


Fisher se suicidó en enero de 2017, dos días antes de la fecha escogida para la publicación de su tercer libro, The Weird and the Eerie Repeater, 2017 Lo raro y lo espeluznante que publicaría en español  Alpha Decay. El último ensayo siembra dos modulaciones para producir posibles alteraciones en la realidad capitalista, ubicando Lo raro y lo espeluznante en conexión a lo extraño. Dice Fisher: “Lo que tienen en común lo raro y lo espeluznante es una cierta preocupación por lo extraño”. Lo extraño para Fisher es  la “fascinación por lo exterior, por aquello que está más allá de la percepción, la cognición y la experiencia corrientes”. Dicho esto, en su ensayo Fisher usa Lo raro como una forma de cuestionar las categorías kantianas con que comprendemos la realidad, y Lo espeluznante como una apertura radical  que opera a más allá de las coordenadas del desierto de  la real, es por eso que Lo espeluznante es: “una huida más allá de los confines de aquello que normalmente consideramos realidad”.

Como escribió Franco “Bifo” Berardi “Mark prefirió encarar su fragilidad íntima con sinceridad” antes de ello, intentó postular alternativas, diseminó espectros y fuentes de locución  abriendo vías en contra de la depresión y la impotencia dominante. Con una interrogación a la afirmación ¿No hay alternativa? Fisher dejó para el futuro varias respuestas para un lugar más habitable, abriendo grietas y agujeros hacia lo extraño, intentado darle movilidad a ese  futuro que ha sido lentamente cancelado,  convirtiendo su padecimiento individual en ira politizada.
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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

1 comentario:

  1. Excelente nota.Fisher es uno de esos escritores a contra fuego, una fractura, diseminación en potencia, un nihilista de fondo, ácido y a la vez entusiasta de los confines, su amor por el pop lo pone como testigo lúcido de la clausura y los ideales trucados, un cínico contemporáneo, un Diógenes de la crisis contemporánea, un lagarto en el desierto. Gracias por divulgarlo.

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