José Alias Madrid junio MMXX
La luz siempre está disponible,
sólo hay que encender la oscuridad que siempre está disponible, sólo hay que
apagar la luz.
Habría que inventar
otro lenguaje, aunque no haya, una manera de comunicar lo que nos iguala, en
lugar de enfatizar lo que nos separa, bucle, corazón que late, paréntesis.
Como volatineros
tiramos al aire las mazas, las esferas o las toronjas, perseguimos el juego del
azar, los pies en la pileta, absortos.
Alguien cuenta que la muerte nos
mide a todos por el mismo rasero mientras el aliento viene y va; nos parece
todo tan importante, nuestra vida llena de colorines y proyectos fin de
carrera, lo que te digo, lo que hago, los sueños o alucinaciones entre esta irritada lepra sensitiva, esa ambición
tan querida de armar el rompecabezas, esperando a Godot.
De niño me quedaba en la cama mirando
al techo durante horas, sin decir una palabra, hasta que llegaba mi madre que
volvía del mercado lejano, ausente como
una piedra rodante, mi padre nunca estaba en casa. Ahora me quedo callado
ante tanto ruido del mundo que enloquece por caravanas de ansia y desatino. La
noche final llegará sin aviso tras anunciar durante eones su naturaleza
traslucida envuelta en distancias imposibles.
El sol es un espejismo que llena paisajes
de una falsa y momentánea iluminación, puedo verlo, sentirlo en el desierto
cuando vuelve el frio bajo las estrellas y los camellos rumian sus pensamientos
de oasis y buches llenos de agua. Nadie dice nada, sólo habla el silencio y
algunos pequeños animales que se deslizan por las dunas solitarias. Al fondo
queda el resplandor imposible de un horizonte desconocido.´
Sigo mareando la perdiz… tal vez
al final hablar de la muerte, ese país
desconocido de cuyos límites ningún viajero vuelve con información precisa,
ese estado en el que se disuelven todas nuestras tropelías, desatinos, logros
de rebeldes por defecto, por falta de afecto... todo está vacío de esencia definitiva, lo
más importante es que sepas abrir la
puerta para ir a jugar, el jardín de infancia ese lugar sin límites donde habita el olvido: Popurrí de frases que
flotan en la memoria colectiva de lectores impenitentes, atravesando el llano en llamas, la montaña sagrada, cantando la
balada del álamo carolina, otra
vuelta de tuerca por la calle bakakai
con ferdidurke. No voy a repetir lo sabido, me digo, y vuelvo a
hacerlo, vea.
Tan grave fue el asunto, que cuando
volvieron a hablar de él habían pasado casi cien años. Por aquel entonces nadie
recordaba cual fue la chispa que prendió la mecha. Pero el mero recuerdo
sombrío hizo que los descendientes de los despechados se mataran entre sí, sin
saber por qué.
.
Están entrelineas, por orden de
aparición:
Samuel Beckett/Chögyam Trungpa/Bob Dylan/
William Shakespeare/
Julio Cortázar/José Donoso/Luís Cernuda/
Juan Rulfo/Alejandro Jodorowsky/
Haroldo Conti/Henry James/Witold Gombrowicz/
Un manera de contar entre líneas, en las pausas donde habita el hueco, algo más concreto de lo que parece
ResponderBorrarLas apariencias son la verdad,
Borrarasí parece,
el engaño está en lo concreto...
Mensaje cifrado,
ResponderBorraratónita me que he quedado.
Silencio en el sonido,
muerte en el nacimiento.
La claridad de los contrarios, las caras del espejo,
ResponderBorrarlos reflejos que confundimos con las formas,
lo sin forma, todo interrelacionado, cambiante.
gracias por comentar
Voy descifrando...
BorrarLa luz siempre está disponible, sólo hay que encender la oscuridad que siempre está disponible, sólo hay que apagar la luz.
ResponderBorrar❦
La imaginación siempre está disponible, sólo hay que entender que en realidad, siempre está ahí, sólo hay que saber leer la naturaleza de la consciencia.
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Prefiguro una nueva novela en ciernes, Alias. No le faltaran tiempo y lectores. Estos cinco textos de palabras, breves y certeros, desde la consciencia, y la última realidad que acontece, formarían un koan de dibujos en el agua, para quien su nombre está escrito en el aire.
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Vamos degranando la cosecha, el trigo para el pan, la cebada para la cerveza, el centeno y su cornezuelo que devora la vida como un pequeño shiva entre la oscuridad y la luz, cereales que se apagan y encienden como un guardian al ritmo del silencio. ¿Cómo ye, o?
ResponderBorrarGracias Mos, va un abrazo hasta Asturies.