lunes, 17 de julio de 2023

La serpiente emplumada, D. H. Lawrence (1926)

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Lawrence, Witter Bynner, Frieda en Teotihuacan, 1923 | Mexicolore
 

En marzo de 1923, en la Ciudad de México, David Herbert Lawrence (DHL, 1885-1930) tenía una cita con el ministro de educación José Vasconcelos, pero este no acudió, lo que molestó a Lawrence y lo puso en fuga hacia Guadalajara y Chapala, después de haber visitado Cuernavaca y Puebla. Viajó por tren, solo, y envió un telegrama a su esposa, Frieda Weekley, para que lo siguiera luego de echar un vistazo. Solía explorar primero solo y luego avisar para que lo siguieran. Su mujer decía que cuando viajaba acompañado los sitios no solían gustarle. Chapala y Ocotlán fueron un paraíso a primera vista. Pasó allí diez semanas, en una casa alquilada, en compañía de otros dos poetas amigos (estos se hospedaron en un hotel) y luego de retirarse a Nuevo México, regresaría de nuevo a México, en agosto de 1924, tras una crisis bronquial, para reponerse e instalarse en Oaxaca y darle los retoques estilísticos finales al libro que surgió de la experiencia del viaje: La serpiente emplumada.


La protagonista de la novela, Kate Leslie, una irlandesa dos veces divorciada y acompañada por su primo encuentra en el lago de “Sayula” (Chapala) en Jalisco, México a dos mexicanos que pretenden instaurar un poder teocrático retomando el mito de La serpiente emplumada. De la mano de don Ramón (un hacendado) y de don Cipriano, veterano de la revolución mexicana, la mujer se aproxima a las extrañas prácticas de los adeptos de Quetzalcóatl que intentan expulsar el cristianismo.


La escena de la reacción de los cristianos como respuesta al culto de Quetzalcóatl, la escena del intento de asesinato de Ramón, y el matrimonio por el que Kate es desposada, por el rito de la serpiente, con Cipriano, son los clímax de La serpiente emplumada.  


Más allá de anticipar un suceso histórico en particular (la revolución cristera), la novela delinea algunos elementos constitutivos de la historia mexicana: el caudillismo revolucionario y la restitución de los vencidos. El hecho de que un imperio haya sido sustituido por otro y este a su vez por un proyecto republicano de reforma, el proyecto sustituido por la invasión de otro imperio extranjero, expulsado a su vez por los republicanos y estos traicionados por treinta años de poder burgués al que sustituye una revolución que se despedaza en caudillismos, proporciona a Lawrence una constante social, sustratos de culturas, modelos de poder que son sustituidos por grandes conflagraciones. La mirada de una extranjera blanca, eurocentrista,  que descubre el misticismo y las tensiones culturales de un país sin “civilización” crea el extrañamiento. Lawrence añade una redención: a partir de un nuevo mestizaje y un entramado mítico, compone un escenario imaginario de las confrontaciones mexicanas y anuncia un hipotético estado con la vuelta de una antigua religión: La serpiente emplumada. Ramón y Cipriano y los adeptos quieren refundar entonces la nación desde la religión: la de los ídolos prehispánicos. Kate hará parte de la coartada mística: la mujer blanca que se une al hombre primitivo en una ceremonia pagana para dar paso a una nueva humanidad. Algo que ya había ocurrido en la realidad, como simple mestizaje y no como se le ocurre a Lawrence en la novela. 


Inesperada la reacción de Kate que acepta ser parte del rito y convertirse en reina consorte y a la vez en icono religioso. Cipriano presentado como un moderno Quetzalcóatl es un poco caricaturesco (¿una caricatura de Vasconcelos?). Y es que Lawrence debió quedar impresionado por las capas de mitologías aztecas y zapotecas y otros pueblos que intentó cifrar visitando las ruinas. La escena de coronación de Quetzalcóatl y Huitzilopochtli son una confusión de mitologías opuestas, trastocadas y repetitivas.


La teoría de la raza, expresada constantemente como comentarios de los extranjeros a las prácticas culturales mexicanas, resultan hoy un discurso colonialista que puede influir pesadez o incomodidad a la lectura actual. No hay que olvidar que la postura de Lawrence era la de un inglés formado en el momento de crisis imperial tras la mayor expansión del imperio (siglo XIX), y su mirada, más que de hegemonía cultural, es una traza del colonialismo en que se educó. Aun así, también hay que recordar que eran los ingleses quienes tenían vetado a Lawrence por obscenidad literaria y quienes habían proscrito sus libros.


El entusiasmo de Lawrence por México y el detallismo de su prosa debió motivar otras vocaciones. Se sabe que Malcolm Lowry siguió los pasos de Lawrence por Oaxaca y Cuernavaca. También Graham Greene, otro inglés, escribiría sobre la revolución cristera un clásico del siglo XX: El poder y la gloria (1949). En Lowry no hay folclorismo ni exotismo, ni se califica en términos raciales como se hace evidente en Lawrence. Tal vez Lowry notó el colonialismo en Lawrence reflejo del europeo y lo eludió al conocer el resultado del nazismo y el fascismo en los países “civilizados”, filtrando el mundo a través de la mirada de un inglés que no está en choque con la cultura de llegada, aunque se siente atemorizado por algunas trazas paganas y mitológicas de la cultura mexicana, pero es la política internacional del nazismo la que lleva a su personaje a la fatalidad. Lowry viajó por México quince años después que Lawrence.


Lawrence fue un gran paisajista como muestran el detallismo de las descripciones en su prosa y  además fue un pintor figurativo de cuerpos eróticos. Su estética bebió de la historia del arte. Paradójicamente, no aceptó las formas del arte mexicano, como el muralismo promovido en los años 20 por Vasconcelos, al que cuestiona, porque lo considera artesanía y propaganda comunista. Al ser refractario a lo más icónico y representativo de “lo mexicano”, elaboró un discurso explicativo sobre la mexicanidad desde las ruinas, pero es un velado discurso colonial, donde los “pueblos rojos”, oscuros, de piel, aún no han desarrollado la fase civilizatoria a la que solo podrían acceder mediante la tutoría de un blanco. Es la visión sesgada alimentada por la Inglaterra colonialista que en el pasado había humillado a China secuestrando los puertos y había tomado extensiones de África y del subcontinente asiático convirtiéndose en la principal potencia pero que ahora entraba en crisis con las colonias de ultramar. Lawrence había renegado del conservadurismo de su país, pero no de su racismo. Acaso por eso se erige a Kate como la diosa madre, la nueva femineidad virginal. La desposan en un rito mágico: es decir incomprensible, con palabras enrevesadas, rito y danza. Y luego vuelven a refrendar la alianza por una ceremonia civil y política. Una blanca para gobernar y regir los asuntos de la tierra y del cielo.


Lo más actual del estilo de Lawrence sigue siendo (lo era entonces) las descripciones de la subjetividad femenina y la construcción de personajes donde el conflicto surge de la moralidad de la época. Una moralidad que se convirtió en censura ya desde su segunda novela El arco iris cuando fue prohibida en Inglaterra en 1915. En 1928 sería prohibida El amante de Lady Chatterley. Críticos de su obra consideraron que los personajes femeninos de Lawrence tenían esbozos de misoginia derivada de la moralidad victoriana, pero convendría revisar la biografía del autor en que aparecen arquetipos de mujeres fuertes, apasionadas y conflictivas: su madre y su esposa fueron una influencia más determinante, lo que acaso provocó un contraste casual entre las mujeres de culturas disímiles como la inglesa y la alemana. Lawrence convivió durante dos años, desde 1912 con Frieda, una alemana casada y con tres hijos, y siguieron juntos desde que se casaron en 1914 hasta su muerte en 1930 (ella volvería a casarse). La madre de Lawrence, una mujer aquejada de bovarismo (insatisfacción y lectura) y posesiva, casada con un obrero industrial machista, sufrió un cáncer terminal y fue asistida por su hijo quien le ayudó a morir con una sobredosis de calmantes. 


Los Lawrence en Mitla, Oaxaca, 1924 | Mexicolore

Los elementos subjetivos del monólogo interno es la cantera que exploraba la novela psicológica en los años 20 y Lawrence aportó allí una particular mirada sobre los sentimientos contradictorios que marca la experiencia amorosa y cierta sensualidad expresada con libertad y simbolismo. En La serpiente emplumada la virilidad y la feminidad son dos conceptos simbólicos a lo largo de la narración. Lo masculino, como lo viril, lo reproductivo, el fuego, es patriarcal. Lo femenino es la sensualidad, el lago, la fertilidad. La independencia de la mujer blanca está en tensión con otras feminidades, como la de la mujer mexicana o de la mujer indígena que no son libres. El narrador califica las costumbres mexicanas como evidencia del atraso civilizatorio de “los nativos”.


Un elemento presente en el rito de La serpiente emplumada son los cantos. Las canciones, poemas y leyendas nahuas fueron recopiladas por los informantes de Sahagún. En esta época es posible leerlos en Visión de los vencidos, traducciones de León Portilla. Estos informantes y las fuentes de Sahagún han sido cuestionadas por los historiadores y antropólogos contemporáneos, por sesgos europeos y correspondencias con mitologías judeocristianas más propios de la mentalidad medieval que alimentaba la educación de los conquistadores, o reflejo de informantes cristianizados, de manera que no puede establecerse del todo que esos cantos y canciones y leyendas y poemas correspondieran a una cosmogonía indígena prehispánica. Los informantes eran indígenas pero también cristianos conversos, los códices fueron ordenados en la época colonial y las fuentes directas de las escrituras mesoamericanas fueron quemados por los propios evangelizadores. Estos nuevos cuestionamientos aplican también para la veracidad de las tradiciones centroamericanas, Chilam Balam o el Popol Vuh.


Lawrence debió aproximarse a las versiones traducidas de los escritos nahuas o las descripciones antropológicas de Prescott sobre los aztecas. Algunos fragmentos de sus cantos parecen más letanías amorosas, y contienen elementos y admoniciones que remiten a mitologías mezcladas de distintos pueblos y épocas: toltecas, aztecas, zapotecas, texcoquences, u observaciones de las antiguas ciudades que pudo encontrar en distintos lugares de sus viajes por Puebla, Cholula, Cuernavaca, Oaxaca: en las ruinas arqueológicas de Montealbán, Mitla, o en las de la capital, Teotihuacan y las de Tula, en donde también estuvo. Los cantos que figuran en la novela son en cualquier caso versiones libres ajustadas a la religión imaginaria que pretenden fundar los veteranos revolucionarios en Jalisco y no citas de poemas o leyendas nahuas originales. Algunos de esos cantos contienen la esencia de las cosmogonías que se juntaron en sincretismo y pasaron a ser encubiertas en la representación del credo cristiano. La serpiente emplumada fue un culto que efectivamente existió pero que ya había sido reemplazado por otro, el de Huitzilopochtli dios de la guerra de los aztecas en tiempos de la conquista, pero que no corresponde al antiguo culto y es una religión inventada por DHL en su novela. 


Hay otro libro breve de Lawrence que contiene crónicas de viaje. Se titula Mañanitas en México. Reúne crónicas de México y de Nuevo México, Estados Unidos. Son cuatro las que pertenecen a la estancia en México. Ejercicios de estilo de descripción y captura de “color local”, descripción de mercados, de animales, de escenas de río, como ejercicios para su novela. Ese es más o menos el México con el que se encontró: rural, indígena, pobre. Podría haber sido en México y Chapala principalmente de donde surgió la idea de encontrar el lugar ideal para fundar la comuna e instalarse. La serpiente emplumada es una elaboración paródica de esa idea. La cimentación de una cultura nueva fundada en la utopía sería solo posible con base en una estructura social política-religiosa, algo inviable cuando muchos pueblos luchaban por constituirse en repúblicas de seres libres y los imperios estaban por irse a la guerra en un nuevo reparto y las teocracias eran un recuerdo conservado en museos. Sería en Estados Unidos, en Taos, Nuevo México, donde vio el experimento de la comuna libre y donde intentó llevarlo a cabo. Una de sus amigas, Mabel Dodge Luhan, lo había invitado a su rancho y allí les contó las ideas que tenía para recuperar terrenos de antiguas reservas indias para fundar una nueva Arcadia.


Lawrence se encantó con la idea y con el lugar, al punto que no dejaba de hablar del tema, imaginar la disposición de las cabañas, la organización comunitaria, y su amiga, viéndolo tan entusiasta, acabó por regalarle el rancho. Lawrence no aceptó el regalo, pero lo aceptaría Frieda. Compartían la idea de llevar a cabo la arcadia, un rancho ideal que albergara una comuna para la creación. Una comunidad de librepensadores. Un sueño viejo de la humanidad, fantasía de los epicureístas, que acaso es el referente simbólico presente en La serpiente emplumada


Sus últimos años estuvo enfermo, atacado por malaria y tuberculosis. Hizo un último viaje a Europa, buscando un clima más llevadero para sus males y murió en la bahía de Nápoles en marzo de 1930. A su muerte, su mujer Frieda continuó el proyecto de la aldea artística donde otros creadores irían a instalarse y a crear obras de arte y de pensamiento y regresó con su nuevo marido a instalarse en Taos, Nuevo México, en el rancho que les habían regalado: Lawrence Ranch.

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Publicado por stanislausbhor
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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