viernes, 4 de mayo de 2012

La tarde en que monté un Lamborghini Diablo, por Ahmel Echevarría

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1. 
No se trata simplemente de un automóvil, lo sabes tan pronto bajas y cierras la puerta. Cubrirás como nunca una distancia que separa un punto de otro —en poco más de 4 segundos la aguja del tacómetro puede subir de 0 a 100 Km/h—, pero viajar no es lo único que importa, porque el Lamborghini Diablo es un súper deportivo. Tomen nota: diseño de suaves líneas curvas para potenciar la aerodinámica, de tan sensuales devienen agresivas; dos plazas nada más, solo dos personas disfrutarán al mismo tiempo los casi 500 caballos de fuerza —estamos hablando de mucha potencia, la ingeniería puesta en función de la velocidad; la posibilidad de alcanzar 325 Km/h en un tramo recto de las Ocho Vías.
En resumen: glamour, levedad, fuerza, rapidez, seguridad, extravagancia, multiplicidad, egoísmo, exactitud, diversión, visibilidad, riesgo, consistencia.
Si solo quieres viajar de un extremo a otro de la ciudad debes buscar un pequeño auto asiático —aunque con el Lamborghini Diablo también podrías darte el lujo de hacerlo.

2.
Las primeras líneas del texto inicial de Carbono 14 Una novela de culto (Ediciones Altazor, Perú, 2010) de Jorge Enrique Lage* son:
“A falta de otro nombre se llama Evelyn, tiene once o doce años y cayó en La Habana, la misma Habana del realismo, un día cualquiera de cualquier año del siglo XXI. Cuando ya nadie estaba para eso.” 
El texto se llama “Copia de seguridad”, junto con cuatro más —el I, II, III y Copy & Paste (deleted scenes)— el lector habrá asistido a un tipo de escritura o libro que a falta de otro nombre fue clasificado como novela.
En resumen: glamour, levedad, fuerza, rapidez, seguridad, extravagancia, multiplicidad, egoísmo, exactitud, diversión, visibilidad, riesgo, consistencia.
Si solo quieres leer debes buscar otro tipo de libro —aunque con Carbono 14 Una novela de culto también podrías darte el lujo de hacerlo.

3.
¿Para qué reseñar un libro al que solo podrás acceder si te prestan uno de los pocos ejemplares que circulan en La Habana del siglo XXI, la misma del realismo cuando muchos todavía están para eso (para el realismo)? Porque tengo una de esas copias, la leí, incluso podría prestarla. Y porque una fresca tarde de noviembre de 2010 monté un Lamborghini Diablo. Justo por todo eso. Y también porque Lage inicia la parte I con la pieza titulada “la realidad”, cuyas líneas iniciales anuncian con enorme desparpajo: “Pronto [Evelyn] se dio cuenta: era una ciudad interminable. Por lo tanto, una ciudad irreal. Y la irrealidad cansa. La irrealidad aburre.”

Si según el narrador de esta novela en La Habana del siglo XXI ya nadie está para el realismo y al mismo tiempo la irrealidad cansa, ¿de qué hablamos cuando hablamos de la más reciente entrega de Jorge Enrique Lage? Creo que de la literatura como desierto a poblar y del escritor como nómada. Llegar a donde nadie o muy pocos se aventuran y cambiar las reglas del juego, o intentarlo aunque en la ecuación una de las variables sea la derrota. A fin de cuentas toda empresa es ardua por definición y en ocasiones un imposible. Más bien que mal recuerdo una cita del hepático Roberto Bolaño. Respecto a la novela dijo: a donde primero debe llegar es al placer y de allí a donde le parezca. Y sin dudarlo puedo afirmar que justo ese es el itinerario de Carbono 14 Una novela de culto: del hedonismo a la subversión, del Eros al Tánatos línea por línea en las 181 páginas mientras deja una estela con marcas disímiles (las “firmas” de un serial killer, las filigranas de una literatura de frontera o marginal, lencería al por mayor, la Tabla Periódica de los Elementos Químicos como mapa de carretera para un delirante tour de force, una mujer (Evelyn) que es varias mujeres a un mismo tiempo, o un nombre de mujer (Evelyn) que sirve para identificar a una wonder woman clonada, también ese nuevo producto de consumo diseñado para y por los grandes canales de TV: las series, Sex and the City —muy bizarras tanto las escenas de sexo como las de la ciudad—, Cine Serie B, personajes de Cine Serie B y parlamentos de Cine Serie B, y si hablamos de Criminal Minds entonces no podemos dejar fuera al private eye —en este caso es el ojo o los ojos de una mujer, o mejor: una femme fatale “tras la fachada masculina de un Philip Marlowe”—, el Havana Police Department, pero también está el Granma —el diario—, actrices y periodistas cubanas, San Miguel del Padrón y El Cerro y Arroyo Naranjo y 10 de Octubre y La Habana Vieja —no ya municipios sino distritos—, la literatura una y otra vez —Guillermo Cabrera Infante, Burroughs, Lorenzo García Vega, Juan Abreu y el otro cubano de nombre Juan: Pedro J. Gutiérrez, el Rey Stephen y el Rey Arenas, Bret Easton Ellis, Charles Bukowski, Raymond Chandler…, top models y sangre, pop corn y hot lines, pop stars y pin-ups, bibliotecas en donde todo es posible —desde la literatura al crimen pasando por el sexo—, una suerte de calidoscopio David LaChapelle como imaginario perfecto para ilustrar los colores de los gases de la combustión de la máquina narrativa Jorge Enrique Lage—. Hay aquí de todo, o casi de todo. Si algo queda fuera son los graves acordes de la solemnidad.

4.
Carbono 14 Una novela de culto es el resultado del agotamiento por el realismo, extenuación tras fatigar historias que acuden a testimoniar o recrear buena parte de la Historia de la Humanidad.
Carbono 14 Una novela de culto es el aburrimiento por sucesivas escenas irreales, extenuación tras fatigar historias basadas en anécdotas épicas, sagas fantásticas, relatos de conquista y colonización de tierras hostiles, o aquellas franquicias producto de universos posibles y probables que se ha inventado la Humanidad.

La Habana de este libro no es “la capital de todos los cubanos” ni una de las posibles mutaciones de La Habana. Para Jorge Enrique Lage ese detalle no importa. Usted, querido lector, aunque esté en todo su derecho, no le debe pedir emotividad —no tendrá posibilidad alguna de enjugarse las lágrimas; si su corazón late mientras lee Carbono 14… no lo hará bajo los efectos del vaivén del deseo en los personajes o eso que llaman amor—; datar con un kit de Carbono 14 la edad de la lencería femenina —porque tras la primera medición el protagonista advierte que la edad de dichas prendas suma varios millones de años— te descoloca como lector —o el libro se descoloca del main stream—. Querido lector, si su corazón late mientras lee la última entrega de Lage solo hay una respuesta: estás vivo. Los protocolos de lectura que impone este libro son otros y esto, ciertamente, es un handicap. Pero ya hablé de riesgos y posibles derrotas. Lage los asumió, de eso se trata la literatura. Me apropiaré de una imagen de Carbono 14… para intentar y proponer una estrategia de lectura: el lector de este libro sería algo así como un buitre; alimentarse de cualquier tipo de productos culturales, incluso de pura carroña, recordar que la literatura es deseo y lenguaje y delito y deleite, volar y posarse sobre el canon —también aventurarse en parajes totalmente diferentes—, graznar como Piñera o solazarse como Lezama, recordar que Literatura es cambiar todo lo que debe ser cambiado —pero nunca fuera de las fronteras de la literatura—. Luego, querido lector, debes esperar la gracia de tal decisión. Vultureffect, de eso se trata. El aura tiene las patas, la cabeza y el cuello rapados y no es cuestión de modas.
Antes que lo olvide: Carbono 14 Una novela de culto es además la literatura devenida consola de un juego en donde bien puedes combinar las claves de ese compartimiento que llaman realismo y el resto de los cuartones en donde hay bastante material para armar un relato de ficción. ¿Un perverso juego con varios niveles cuya complejidad va aumentando? Para darle orden y sentido se apropia de un lenguaje típico de los pueblos erigidos en las fronteras, pueblos que conviven entre dos historias y que hablan más de una lengua. Hay entonces una jerga propia, un desplazamiento y ese desplazamiento es un acto de resistencia. Como “narrar con esa sustancia que queda, como un malestar, como una indigestión, en el interior de la historia que estás contando” —dijo Jorge Enrique en una entrevista.

5.
Dicen que para el diseño del Lamborghini Diablo Marcello Gandini se inspiró en un feroz toro criado por el duque de Veragua en el siglo XIX. El animal llevaba por nombre Diablo. El 11 de julio de 1869 en Madrid, el torero José De Lara tuvo que hacer más que simples verónicas para salir ileso del ruedo. Las crónicas hablan de verdadero enfrentamiento, de una épica batalla entre el hombre y el toro. Pero hubo deseo. También hubo goce.

* Jorge Enrique Lage (La Habana, 1979). Licenciado en Bioquímica. Especialista del Centro de formación literaria “Onelio Jorge Cardoso” y jefe de redacción de la revista de narrativa El Cuentero. Entre 2005 y 2008 participó en los proyectos digitales 33 y 1/3 y the revolution evening post. Ha publicado los libros: Yo fui un adolescente ladrón de tumbas (Editorial Extramuros, 2004), Fragmentos encontrados en La Rampa (Editora Abril, 2004), Los ojos de fuego verde (Editora Abril, 2005) y El color de la sangre diluida (Letras Cubanas, 2007). 

Fotos: Pin up, de Evelyn West

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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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