jueves, 9 de julio de 2020

Dibujos en el agua (nueve)

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José Alias. La Nava (Sierra de Gredos) Julio MMXX






ENIGMA

Tengo una palabra
a punto de aparecer como un silencio.
No puedo decirla
es un enigma sin nombre.

Larga es la noche
para esta farsa continuada de día.
El aire está quieto
más allá de tu ausencia.

Salta un jinete
con un perro en cada lado.
No sé si la palabra secreta
tiene nombre o espera.´


Está todo en el aire, sólo hay que alargar la mano y ponerlo en el cuerpo que lo bailará, cantará, interpretará o lo hará visible sobre el lienzo, el fotograma, el papel o la pantalla…
Es, era, así de simple, ahora llegó el comandante de la estrella de la muerte y mandó parar, ya no sirve la lógica, los supuestos se han caído, la teoría del buen salvaje ha dado paso al sálvese quien pueda. No hay referencias para comunicarse en sociedad, si es que alguna vez las hubo, en las relaciones, los diálogos, el cara a cara cada vez más enmascarado; los desalmados han impuesto su destrucción sistemática y nadie con dos dedos de frente, o más, sabe ya a qué atenerse, el juego tiene las cartas marcadas, la ruleta está  siempre a favor de la banca y ni siquiera gira, por que no hay bola, roja o negra, ni stendhal que lo resista… pero la lucha continua, la vida se defiende a sí misma, la esperanza sigue viva…

 
Colgué en mi canal de Vimeo (https://vimeo.com/300342780)   una película que sigue varias giras de Thelonius Monk, me escribe gente de todo el planeta, diciéndome que les encanta, no conozco a nadie de los del feedback. Una pequeña esperanza, cuando hay gente a la que le gusta el viejo Thelonius Sphere Monk, Straigh, no chaser. Ese que dio la vuelta al piano, al día en ochenta mundos, Cortázar dixit. El jazz es como los buenos poemas, un terreno cambiante donde algunos se sienten a gusto, ese compañero que ningún padre responsable querría como novio para su hija. Un lugar en el mundo, una caricia de melón dulce en medio de esta desolación agria , la luz de nuestro desespero, una puerta de vaivén en movimiento como la respiración frágil y poderosa que nos da la vida.

 ´


He vuelto a la naturaleza, tras largos meses de confinavirus en Madrid, a mi casa junto al rio que viene de la nieve derretida. La madre Natura es una medicina sin parangón, la montaña, como la de Mann, es mágica bajo la luna y las estrellas que aquí pueden tocarse con la punta de los dedos en las noches de luna nueva, cuando el cielo es negro como boca ‘el lobo, y que muestran el mundo, este, que parecía haberse perdido para siempre. Bañarse en esas aguas, y contemplar esta cúpula preñada de osas mayores y menores, casiopeas, cíclopes y lestrigones, es recorrer con Odiseo un territorio de la Edad de Oro, esa en la que vivimos, fuera del espacio/tiempo, en cualquier momento en que nuestros sueños y anhelos hayan dejado atrás la pulimentada lógica que no lleva más allá de la esquina  de nuestra querida y siempre bien venida calle de siempre, sobre todo en tiempos de paz aparente, amistades y vecinos recelosos que espían la vida de los otros, en lugar de ocuparse y disfrutar de la suya, que no volverá, tomen nota, cuando termine. Esa vieja epidemia que puebla las aceras. Todo cobra valor cuando se pierde, y no hay vuelta.




Camino siguiendo las sendas acordes con la naturaleza, hasta caer y al fin descansar, expirando en este aire que respiro cada día y cayendo en esta tierra de donde mi padre recogió la semilla, mi madre la sangre y mi nodriza la leche; de donde, cada día, después de tantos años, me alimento y refresco, que me sostiene, mientras camino, y que me aprovecha de tantas maneras.

(Marco Aurelio. Meditaciones)
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Publicado por jalias
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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