miércoles, 29 de julio de 2020

Ireneo Funes y los hipertimésicos

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Jorge Luis Borges en 1951, Grete Stern | Grete Stern (1904-1999). Licencia en Dominio Público vía Wikimedia Commons.

Por Campo Ricardo Burgos López

Hipertimesia

Según Elizabeth Hopper (2018), la hipertimesia es un síndrome caracterizado por el hecho de que el individuo que lo tiene puede recordar eventos que ocurrieron en su vida pasada con un altísimo nivel de precisión y detalle, por ejemplo, exactamente qué almorzó en la misma fecha de hoy hace 5 años, qué ropa llevaba puesta ese día, qué clima hacía y si ese mismo día el bus que tomó para ir al trabajo se retrasó nueve minutos (parr. 2). Mientras la mayoría de sujetos olvidan los pormenores del 99 % de los días de sus vidas, un hipertimésico a muchos años de distancia desde el presente, te puede dar los datos más insignificantes que tú le pidas de la fecha de su vida que tú le pidas (y no los está inventando). Un hipertimésico por lo general suele recordar cada detalle de su vida, por nimio que sea, a partir de algún punto de la pubertad, aun cuando existe algún caso que afirma recordar hasta su día de nacimiento. De todas maneras, debe aclararse también que su memoria extraordinaria versa únicamente acerca de los pormenores de su vida y no sobre otros asuntos en donde sus recuerdos son como los de los demás parroquianos, y de allí que la psicología cataloga a este síndrome con el nombre de Memoria Autobiográfica Altamente Superior (Highly Superior Autobiographical Memory o HSAM) (párrs. 3 y 4).

El hipertimésico suele estar mucho tiempo absorto en sí mismo y en sus propias fantasías, y que está tan obsesionado con su pasado que algunos psicólogos creen que el HSAM es más una variedad de un trastorno obsesivo compulsivo o TOC que una variedad de la memoria (párr. 5), asimismo se ha planteado que los hipertimésicos suelen mostrar ciertas zonas cerebrales diferentes a las del sujeto promedio, pero esa tesis no se ha comprobado. Lo que sí está fuera de duda es que estos individuos cargan con el rasgo de que por su condición, no consiguen olvidar fácilmente eventos traumáticos o dolorosos de su pasado (párr. 6).

En el documental The Boy Who Can`t Forget (2012), dirigido por Barnaby Peel, se nos acerca un poco a la vida de algunos hipertimésicos. En primer lugar Aurelien, un chico inglés de 20 años que recuerda con asombrosa precisión los hechos más banales de su vida: cómo era el clima en la misma fecha de hoy hace 7 años, qué ha cenado cada noche de los últimos 5, 6 o 7 años de su vida, cuáles fueron las noticias principales de los periódicos día a día durante los últimos años. Cuando lo que dice se ha controlado mediante documentación u observadores externos, siempre se ha comprobado que el chico acierta. Aurelien realiza sus proezas mnésicas pero reconoce que no tiene ni idea de por qué las hace, tampoco entrena de manera especial su memoria y en el resto de aspectos de la personalidad es tan común y corriente como los demás chicos que andan por su edad.

Otra hipertimésica del filme es Jill Price, una mujer residente en Estados Unidos y que fue la primera persona en el mundo que mostró públicamente su peculiar don. En el momento del documental (2012) ella tenía 46 años y recordaba absolutamente todo en su vida desde 1980. Afirmaba entonces que milagrosamente no estaba loca pues el peso vívido de tantos recuerdos era simplemente abrumador. Jill ha sido estudiada por prestigiosos neurólogos y se han escrito libros sobre ella, pero, igual que Aurelien, salvo por su hipertimesia y su carga aplastante de recuerdos, en lo demás es una mujer ordinaria.

El tercer sujeto del documental, también norteamericano, es Bob Petrella de 62 años que, igual que Aurelien y Jill, cuenta una historia muy similar aunque con más edad. En este punto anotemos que, el documentalista pareciera darle la razón a quienes proponen que la hipertimesia es más un extraño desorden obsesivo-compulsivo que otra cosa, pues hay un rasgo inusual que comparten los tres sujetos entrevistados: Petrella lleva un diario detalladísimo de su vida y reconoce que disfruta leyendo sus diarios y organizando y reorganizando su pasado de acuerdo con diferentes variables; Jill reconoce tener más de 50 mil folios de un diario personal, y Aurelien, que no lleva diario escrito, sin embargo tiene una colección de infinitas fotografías que registran absolutamente cualquier detalle de su pasado. Pareciera entonces que tienen razón los científicos que postulan que los hipertimésicos más que memoriosos, son obsesos de su propio pasado en un grado mórbidamente superior a la mayoría (¿una retroobsesión?, ¿la memoria como compulsión?).

El documental señala tres puntos: Uno es que los tres hipertimésicos son sujetos comunes y corrientes, exceptuando su hipertimesia no hay en ellos nada especial, su ultramemoria no cubre aspectos diferentes a su vida. El segundo es que, salvo el joven, los otros dos hipertimésicos suelen vivir abrumados por recuerdos dolorosos de su pasado que no logran mitigar y que por esa razón a veces piensan que ser hipertimésicos es más una maldición que un don. El tercer punto es que, siempre prácticos, algunos científicos anglosajones ya piensan cómo lograr que todo humano tenga la memoria de los hipertimésicos, y aquí uno como espectador del filme se pregunta si esa idea es válida o diabólica.

Borges 

Borges tiene el mérito (otro) de que en su célebre cuento de Funes el memorioso (1942) ya había sondeado la hipertimesia mucho antes de que la ciencia lo hiciera formalmente. Como es sabido, este relato trata la historia de un chico uruguayo que tras un accidente queda minusválido, pero a cambio adquiere una memoria perfecta e infalible. En el texto, Borges nos deja conocer que antes del accidente, Ireneo Funes ya tenía una relación anómala con el tiempo dado que desde entonces era capaz de decir la hora exacta del día (minutos incluidos) sin necesidad de mirar un reloj (p. 486). Tras el golpe del caballo, Funes adquiere la facultad de recordar cualquier evento o cosa hasta en sus menores detalles solo con observarlos una vez, asimismo, su capacidad de percepción se exagera hasta el punto de que en cualquier objeto o momento puede captar infinitos pormenores que los sentidos de un hombre común siempre pasan por alto. En el cuento, Funes afirma que antes del accidente, “él había sido lo que son todos los cristianos: un ciego, un sordo, un abombado, un desmemoriado” (p. 488), pero que le parece que su condición de tullido es poca cosa a cambio de ese nuevo estado de la conciencia que ha adquirido. Borges mostrará entonces que Funes no vive ya en el universo de semivisiones, semiaudiciones y semirrecuerdos que habitamos los demás mortales, sino en otro universo de visiones, audiciones y recuerdos absolutos que apenas han intuido filósofos como Platón, Plotino y semejantes. Por eso también es que Borges asevera de Funes que “era un precursor de los superhombres” (p. 485), y que en su presencia un interlocutor sentía que estaba ante alguien más que humano. En concreto –y esto lo agregamos nosotros-un personaje como Funes con su nivel tan extraordinario de percepción de la realidad y con su modo excepcional de relacionarse con ella, muestra todas las características de un Buda o iluminado ante quien el resto de mortales estamos muchos escalones abajo.

Los memoriosos 

Propongo una comparación entre los memoriosos reales y el gran memorioso ficcional: Mientras los hipertimésicos reales son sujetos de a pie, Funes es un superhombre, pertenece a esa extraña categoría a la cual Nietzsche le hizo tanta alharaca (tanto que Borges lo menciona explícitamente en su cuento). Empero, el escritor argentino menciona también que el precio de ser superhombre para Funes ha sido el de quedarse baldado, precio que a él le parece barato. Funes es una suerte de bienaventurado que, como diría Jesús en El Evangelio de Mateo, ha preferido perder un ojo, una mano o un pie con tal de entrar a un nuevo reino no accesible al común de los humanos.

Los hipertimésicos reales tienen una gran memoria autobiográfica y suelen pasar el tiempo absortos en su literalmente imborrable pasado, eso no le ocurre a Funes. Su memoria va más allá de lo autobiográfico y se extiende también al mundo y a lo que lee u oye.

Los hipertimésicos reales suelen escribir mucho sobre su pasado y documentarlo en exceso, a Funes no le ocurre eso. Asimismo, los hipertimésicos reales escriben o fotografían mucho su pasado “para no enloquecer” bajo el peso de tanto recuerdo, como la misma Jill dice en el documental. Eso tampoco le sucede a Funes.

Es muy factible que la memoria autobiográfica de los hipertimésicos sea una modalidad rarísima de desorden obsesivo-compulsivo, no así Funes que, como hemos visto, es un “Buda uruguayo”. Hasta hoy, no es factible explicar las causas que desencadenan la hipertimesia, Borges tampoco explica su caso. Para algunos hipertimésicos, su condición es un don y una maldición a la vez. Funes, en cambio, siempre considera a su condición como un don pese al costo que paga por ella.

En el documental se propone, como es típico en la ciencia de hoy, que se encuentre algún modo de reproducir la hipertimesia en cualquier cerebro humano, uno como espectador alberga dudas acerca de las pretendidas bondades de ese proyecto científico. Asimismo, ante el cuento de Funes el lector se hará la pregunta de si está dispuesto a perder un ojo, una mano o un pie para volverse Buda.

Funes es lo que los teóricos de hoy llamarían un trashumano (un humano potenciado al infinito en ciertos rasgos físicos y psíquicos), mientras los hipertimésicos reales sin duda son seres singulares, pero de ningún modo se pueden calificar así.

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Referencias 

Obras Completas. Vol.1. Jorge Luis Borges, Sao Paulo: Emecé Editores, 1989. 
Understanding Hyperthymesia: Highly Superior Autobiographical Memory.Thoughtco.com. Edward Hopper, 2018. Recuperado de https://www.thoughtco.com/understanding-hyperthymesia-4158267
The Boy Who Can`t Forget. Barnaby Peel (Director). Recuperado de https://topdocumentaryfilms.com/boy-who-cant-forget/
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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

3 comentarios:

  1. Tal vez el tercer subrayado de mi lectura de 1978, del cuento de Jorge Luis Borges, publicado por Alianza Editorial, se refiera a lo que era Ireneo Funes antes de quedar baldado, palabras más o menos tratándose de memoria es que en ese antes, Funes había vivido: "....como quien sueña, miraba sin ver, oía sin oír, se olvidaba de todo, de casi todo..." En este atosigante y urgente "viva el presente" muy de la sociedad de consumo , el antes de Funes se me parece a la vida cotidiana de nosotros los colombianos ausentes de La Memoria, si hay algunos hipertimesicos (perdón por la falta del suprasegmento en la palabra pues este chat telefónico no la reconoce),son como lo deja claro, memoriosos en función de su ser narciso, Con hipertimesia o con memoria de la que padecía Funes, los colombianos aunque tengamos tecnología, abundancia de chats, y antes de la pandemia hubiesen viajado mucho y posasen de ser "gente de mundo", quizá seamos como dice Borges de su personaje: "...sospecho que no era capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias,es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles casi inmediatos."

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    2. Además del manejo del tema, me encanta cómo a lo largo del ensayo de Burgos se establece una comparación entre la obra de Borges y la realidad, comparación excelente que no se pierde hasta el cierre. En cuanto a lo mencionado por Juan Álvarez en su comentario, concuerdo con su punto de vista, adicionalmente, considero que no solo es la memoria o más bien la falta de ella, lo que nos aleja de los hiperatimésicos, la razón de vivir una y otra vez lo mismo en nuestro país. Nuestras problématicas, como sociedad, también radican en la búsqueda constante del bien individual o, máximo, del bien de mi núcleo más cercano y todo el resto de la humanidad, sea colombiana o no; no importa. Esta desafortunada regla de vida, cada día nos acerca más y más a una mayor pérdida individual y colectiva, en todos los ámbitos. LUPA.

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