domingo, 16 de octubre de 2022

MARGEN PARA LAS NOTAS (3)

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TODO ESTÁ POR LA CASA 

 

Nos complicamos la vida a cada instante y, si no ¿qué hacer? ¿saludar al pez mantequilla cuando nada por mi garganta? Tenía cita con la nada y lo dejé pasar, aplazar el encuentro para otro día, no queda otra. Una especie de paseo por el laberinto de Minos. Una cucharada de amnesia. Un bombón helado para engañar al calor que nos empuja. Tengo que cambiar la bombilla del salón.

 

2

Alguien llama  a la puerta con nudillos de percusionista de jazz. Cuando abro trae dos panes y huele a pescado, dice que le envía mi psicoanalista y se va sin despedirse. Cierro y guardo los panes en la nevera, las hormigas andan al acecho y no quiero perder ni una miga, por si las moscas.

 

3

Encontré unas tazas pequeñas, de tiempos pasados y las miré como quien espera que se abra la ventana y aparezca lo inesperado. Hace poco he vuelto a tomar té en ellas, a pequeños sorbos. A veces los objetos nos llevan a situaciones extraordinarias. Te extraño cada vez que te veo.

Ha terminado el programa de la lavadora, bajaré a tender al jardín de los senderos bifocales, ayer pasó una jirafa mientras fumaba una pipa de yerbas aromáticas, a ver si los árboles me dejan ver el bosque.

 

4

Hay una película de  Apichatpong Weerasethakul que está rodada como un cadáver exquisito o rompehuesos, que dijeran Huidobro y Nicanor bajo la parra. Por momentos parece un sueño, como casi todo lo que dirige este hombre de Tailandia. Es parecido a nuestro devenir cotidiano, entre la sombra y alguna abertura en los tejidos. El calor sigue, no hay tregua. Mysterius Objet at Noon, la película.

 

5

Vivimos a media asta, con las persianas bajadas casi al límite para que entre una rendija de luz y nos deje ver dónde pisamos. El verano se alarga, incluso fuera de temporada, y hay que buscar trucos para estar frescos. 

Esta mañana me acerqué a una de las ventanas que da a la calle, con intención de cerrarla, me detuve antes de hacerlo: dos parejas de verderillos revoloteaban junto a la pared de piedras sueltas buscando huecos para anidar. Si se deciden tendré unos primeros planos muy coloridos. Volar es una actividad llena de misterio para los que navegamos a ras de tierra.

 

6

Aparece lo inesperado y todo se transforma. El silencio se llena de burbujas como los pies dormidos de Ramón. En un rato todo se hace familiar, las golondrinas vuelven oscuras y amenazantes para los verderillos que se retiran raudos hacia el espacio vacío. Un camión diminuto, por horas y segundos, llena de estruendo el momento. Vuelvo a las andadas.


7

Comeré algo antes de la siesta. Nada que no pueda digerir. Un bocado de realidad antes del postre. Las sardinas en lata saltan pidiendo atención, otro día. Ya están los fetuccine en la cazuela y no hay vuelta. Pasta italiana y aceitunas negras del sur con algún líquido espiritoso para beber entre tanto.

 

8

Cuando no tengo nada que decir sé que el cartero llegará pronto. Paquetes, cartas, impresos, postales...
aquellos objetos que parece haberse tragado la red virtual para siempre, como una ballena abrazando el plancton y sus acompañantes diminutos. 

Voy a añadir un tomate fresco con orégano, sal y aceite de oliva al menú. salú. 

 

p.d.

Busco algo que fijar, es huidizo el resultado. Suena el teléfono en el salón. Salgo..

José Alias. Alta Sierra, 16 octubre 022

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Publicado por jalias
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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