lunes, 28 de agosto de 2023

Queremos tanto a Fernando

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Sobre Lo bello y las mariposas y otros textos, de Fernando Molano Vargas

 


Por Paula Andrea Marín C.

 

Cuando digo cuídate

y él

tú también

se va la luz

su voz

y cada uno con su razón

para siempre.

 

Fernando Molano Vargas. Lo bello y las mariposas.

 

Iniciaba este siglo. Cursábamos tercer semestre de la Licenciatura en Lingüística y Literatura. Una tarde, nos convocaron para reunirnos en el salón más grande que había disponible en la universidad. No recuerdo el rostro de ninguna de las personas que presentaron los tres libros de Proyecto Editorial: Opio en las nubes, Érase una vez el amor pero tuve que matarlo y Un beso de Dick. Había una promoción y pude comprar los tres haciendo vaca con una amiga. Los dos últimos se convirtieron en parte de mi corpus de investigación para mi trabajo de grado. Opio en las nubes sería nuestro clásico, Érase una vez el amor… se nos volvió una novela de culto público y Un beso de Dick fue mi novela de culto más íntimo. Yo vivía lo que la novela narraba y, al mismo tiempo, me deslumbraba que se pudiera escribir una novela con el lenguaje familiar, con los escenarios familiares, con las calles que conocía. Fernando Molano Vargas volvió a aparecer en mi vida de lectora doce años después, cuando Planeta publicó Vista desde una acera, la novela que dejó inédita y cuyo original se mantuvo resguardado en los anaqueles de la Biblioteca Luis Ángel Arango hasta que una amiga lo encontró y lo puso en las manos correctas. Volví a dar gracias a la vida por tanta belleza.

 

Un beso de Dick y Vista desde una acera ocupan un lugar esencial en mi historia de la novela colombiana de la década de 1990 y en las que van del 2000, sobre todo, porque lograron alejarse de las narrativas del sicariato y el narcotráfico que pululaban entonces y volcaron la mirada hacia adentro, hacia lo cotidiano, lo íntimo y el mundo de los afectos, desde la perspectiva del amor entre hombres; bajo esa mirada fluía también el asunto del clasismo y el sida. Molano lograba convertir su experiencia íntima en literatura y convertir a sus lectores y lectoras en cómplices de esa experiencia.

 

Planeta publicó hace poco la obra completa de este escritor colombiano que dejó este plano existencial en 1998, no sin tener que salvar las dificultades intrínsecas de los derechos de propiedad intelectual, que estaban en manos de su familia. Junto a la obra completa, Planeta publicó también una biografía del autor escrita por Pedro Adrián Zuluaga; este año, editó Lo bello y las mariposas y otros textos, un libro que compila algunos de los textos de Molano encontrados en una caja por uno de sus hermanos, quien se los entregó a Juan David Correa, el editor –hoy ministro de Cultura– artífice de la negociación de los derechos de autor de Molano y de la publicación de toda su obra.

 

Christopher Tibble Lloreda fue el encargado de revisar los papeles encontrados y hallarles valor y orden. Lo bello y las mariposas es el resultado: algunos ejercicios de guion cinematográfico, algunos cuentos (y podría leer mil veces “Lo bello y las mariposas” sin cansarme –pienso hoy–) y poemas, algunas cartas y algunos textos escritos para revistas y convocatorias de becas. En la etapa final de su vida, Molano había sido admitido en el programa de cine en la Universidad Nacional, pero los problemas de dinero y de salud –dos obstáculos presentes en toda su vida de escritor– lo hicieron desistir.

 

Llevo 20 años enseñando literatura, sin embargo, no deja de sorprenderme las vueltas que da la vida literaria y el campo editorial, así como el público lector. Hace 20 años, cuando leí Un beso de Dick, amar a alguien de tu mismo sexo implicaba hacerlo a escondidas, la segunda edición de esta primera novela de Molano había sido publicada por una pequeña editorial independiente y la homosexualidad literaria estaba representada en Fernando Vallejo y La Virgen de los sicarios. Hace treinta años, Molano y su pareja sufrían por el poquísimo dinero, la enfermedad y la exclusión. Hoy, los libros de Molano tienen tapa dura, ediciones de lujo y el dinero de las ventas de sus libros contribuye con la generación siguiente de su familia: la de los sobrinos que no conoció. El nicho lector de hace treinta años ha ido creciendo y hoy ya no esconde lo que lee y cada vez debe ocultar menos la manera en la que ama.

 

Lo que más me conmovió esta vez de este nuevo libro de Molano (además del cuento “Lo bello y las mariposas” y del guion “Fiebre arriba de 40°) fueron las cartas, sobre todo, las que están dirigidas a un ex amante y a la pareja de este. Me conmueven porque en ellas se trasluce lo que ya intuía de Molano: un ser inmensamente sensible, buscador del amor como único territorio seguro, al mismo tiempo que una persona insegura de su trabajo como creadora y apremiada por el tiempo y por la plata: la enfermedad que amenaza el tiempo para crear y para vivir, la plata que es difícil de conseguir. Ese territorio seguro solo lo encontró con quien el sida le había arrebatado unos años atrás y, sin embargo, no abandonó la esperanza de volver a hallarlo. La respuesta de esos hombres en quienes creyó encontrarlo de nuevo fue la de la exclusión y la frialdad, la de la hipocresía, la del utilitarismo que ama y luego “abandona a las personas como se desecha un mueble”. Hay un triángulo amoroso en el que los únicos beneficiarios son la pareja “oficial”, hay un hombre que no se atreve a decir que tiene miedo de amar a otro enfermo de sida y en lugar de afrontar su miedo hiere con sus desaires a Fernando.

 

Molano –como tantos de nosotros y nosotras– vuelca el dolor sobre sí mismo y se pregunta en qué falló, qué hizo mal; luego se culpa por no tener dinero, una casa linda, cosas lindas, vida linda para ofrecerle al amante, porque a ese amante solo le interesa la “new javerian way of life”. Los y las enamoradizas amamos el amor, lo confundimos con su ilusión, vivimos allí para escamparnos de antiguas heridas, pero es un territorio de arenas movedizas. Si para Molano la promiscuidad entre homosexuales era un sustituto del amor que no puede vivirse abiertamente (el deseo permanente que pospone el amor porque lo sabe imposible), la continua búsqueda de la ilusión amorosa es el sustituto de un vínculo que se ha roto desde la infancia y que ansiamos recuperar de cualquier manera. Y luego, así vamos por la vida: recibiendo apenas “mendrugos de cariño”.   

 

Molano, ese escritor que anhelaba ser “un buen tipo” –eso que a veces parece tan extraño en estos tiempos–, no le tenía miedo a hablar de amor, de afectos, de placer, de erotismo, de sexo. Tampoco le tenía miedo al lenguaje cotidiano y sencillo para hacer literatura (“lograr decir con sencillez las cosas esenciales”, como explica el autor su credo estético) ni a usar sus propias experiencias para convertirlas en obra de arte. Creo –quiero creer– que mi forma de escribir (mis poemas, estas reseñas) tiene mucho de todo ello; quiero creer que Molano habita también en mis palabras.

 

Han sido treinta años de espera para que los libros de Molano tengan el lugar que se merecen en las librerías, en los eventos literarios, en la vida literaria de este país. Ojalá no se nos olvide, no obstante, que hoy, como hace treinta años, sigue habiendo escritores y escritoras excepcionales avasalladas por precarias condiciones materiales y porque carecen de los contactos necesarios para hacerse visibles en el mundo literario y editorial. ¿Qué hubiera sido de Molano sin su profesor de literatura David Jiménez Panesso? ¿Y luego sin Carlos José Restrepo y sin Abad Faciolince en la Universidad de Antioquia? Hoy, gracias a Planeta y a Correa, resulta fácil conmoverse por la vida de Molano y apreciar la calidad de su obra, pero siento que eso no puede hacernos olvidar todas las dificultades que tuvo que sortear, incluida la indiferencia de ese mismo medio editorial y literario que hoy lo ensalza. Demos gracias a los premios literarios y a las becas que, en su momento, lo ayudaron a salir del anonimato en el que mueren tantos y tantas creadoras. Demos gracias también a los lectores y lectoras que lo han mantenido vivo hasta ahora. Y por último, demos gracias a la literatura, a las palabras que sostuvieron la vida de Molano hasta el último de sus días.

 

Fernando Molano Vargas. Lo bello y las mariposas y otros textos. Bogotá: Seix Barral, 2023.


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Publicado por Paula Andrea Marín C.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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