Hablar del verano, de este verano, del calor cada vez más presente y asfixiante, como el insoportable cinismo de los humanos que mienten cada mañana, cada día de cada estación, evidencia del calentamiento global/mental, que nos invade.
Menos mal que paso la canícula en la montaña, al menos refresca por la noche, se oye el rumor de los grillos, los ladridos de los corzos, se ven las estrellas con nitidez. Se escuchan los sonidos del silencio del aire.
Soy un refugiado climático, no puedo vivir en la ciudad huérfana de árboles, vestida de asfalto y cemento, perfumada por dióxido de carbono y ruidosa de turistas sin dirección. Cámaras por las paredes, por las esquinas, por las manos que apuntan teléfonos hacia monumentos y segmentos, realidades virtuales entre tragos de cerveza.
¿Te imaginas cómo sería el mundo si nunca hubiéramos enterrado a los muertos?
Este verano he tenido que medicarme sin descanso, pastillas para todos los dolores, en este mundo enfermo que ha olvidado la vida y su ritmo pausado y cambiante de cabeza lenta y pies frescos, de caramelos masticables y agua de limón.
"Salir en el momento que comienza a llover, y ver lo que consigo la lluvia trae..." canta Rosendo, esta letra de su hijo que es una de mis canciones favoritas de todo tiempo.
Por momentos me he sentido como en un campo de refugiados: el agua sucia, el ambiente cargado, las alarmas para el remedio preciso y que el dolor no fuera a más. 3, 4, 5 pastillas diarias un par de inyecciones por semana.
Desde luego que esto no es Gaza, ni de lejos, pero me vino esa imagen (difícil olvidar esa matanza que no cesa) en momentos en que mi salud y decaimiento asolaban el espacio y detenían el tiempo.
Aún ha habido huecos para algunas películas nocturnas: "La estrella azul" "La carga" "Suzhou River" "El sentido de un final" "Decision to Leave" "Cerrar los ojos", y algunas revisiones: "Dersu Uzala" "Comanchería" "Fallen Angels" y ese documental: "Paul Auster, what if"...
Las películas habituales de mis dolores y las revisiones médicas también han ido marcando el estío, sólo un par de veces he podido sumergirme en ese rio que gotea la nieve junto al jardín de mi casa. Una amiga, que estuvo conmigo una temporada, tampoco podía moverse ni bañarse con facilidad, dada su estenosis de canal implacable. La noche ha sido nuestro bálsamo entre bambalinas.
Antes, cuando aún estaba en la ciudad, lo que parecía una hernia inguinal resultó ser un lipoma del que aún no tenemos una imagen clara. Los vampiros que succionan la sanidad pública no quieren autorizarme un scanner que pondría en claro la ubicación de ese alien resbaladizo. Les demandaré por desconsideración y negligencia en la corte de los poetas muertos y las hadas tenues del bosque vivo. Para desgranar el veredicto final bien vale la espera. Permanezcan atentos, nada se volverá a repetir.
"Todo se derrumba y es tan frágil, todos los castillos son de arena..." cantan Fito y Fitipaldis, en mi memoria cuarteada por recuerdos que tal vez nunca fueron, existieron, como un titiritero ciego o un funámbulo en el alambre de spin-off.
Se suele decir: "Si los viejos pudieran y los jóvenes supieran"... Esta es una imposibilidad como tantas otras, por supuesto, pero nos gusta imaginar mundos diferentes. Podríamos considerar cómo hubiéramos actuado ahora con lo que pasó entonces. En cualquier caso, no hay tal.
Aunque en cada momento las probabilidades de decisión sean casi infinitas, dada la herencia física y mental de todas las partes implicadas, una interrelación implacable para ordenar el caos por un instante, elegimos o nos elige una sola, limpia, clara gota de ola.
Si podemos aceptar esto, desaparecerán muchas de nuestras preocupaciones, culpabilidades o victimismos. Hicimos lo que hicimos y hacemos y haremos según nuestra personalidad y experiencias. Lo demás es darle vueltas a lo que no ha sido, es o podría ser. Ese es el asunto.
En cualquier caso, si insistimos en cambiar el pasado, la vida nos dará otra oportunidad... para que volvamos a repetir lo mismo, o similar.
Ya en la montaña me sobrevinieron unos vértigos por inflamación de oído. Intenté los remedios de las abuelas: aceite de oliva, templado o a temperatura ambiente con más grados que un mechero. Apenas algún alivio, al tumbarme en la cama o levantarme la gravedad era la del interior de una nave espacial. Finalmente, más píldoras. Voy recuperando el equilibrio.
Aunque podamos reajustar algunas cosas, no cambiaremos lo esencial; el hecho de que no somos peores, ni mejores, ni igual que nadie: somos únicos e irrepetibles. La diferencia es nuestra fortuna. Somos lo que somos, tanto si lo vemos como si no lo vemos. Ayer, hoy, mañana y siempre, o casi.
¿Crees que puedo saber lo que pasa por tu cabeza a lo largo de un día?
Entonces ¿por qué piensas que puedes adivinar lo que pasa por la mía?
Casi dando por terminados estos apuntes, y con la cosa vertiginosa casi estabilizada aparece otro detalle en forma de quiste en la espalda que me tiene, literalmente, frito. Más pastillas, antibióticos les llamamos, etimología: contra la vida. Martes y viernes visita a la enfermera para que me cure, el quiste sigue cerrado y como ya se fue mi amiga para que ambos nos demos un respiro, la convivencia no es fácil para nadie, no me queda otra que espaciar las curas con las de la ats que pasa consulta los dos días citados. Seguimos, que no es poco.
Sean amables, si pueden, me parece que es la mejor opción, para ustedes y para los demás. Chau, dibujen su vida, sueñen.
-José Alias. Ag31-
Spt1 024. Montaña seca-
Vino este verano,
ResponderBorrarde sarmiento silvestre y recio.
Vendrá el otoño,
ResponderBorrarde uvas fuertes y vino joven.
In vino veritas... aunque no beba
ResponderBorrarSabias y amargas palabras, Alias.
ResponderBorrarVendrá el otoño, el invierno
y tantas nuevas primaveras.
Así la generación de las hojas,
la de las personas.
Aún nos queda la vida,
todo lo amado,
y todo lo vivido,
que no es poco.
Recuerdos de un cronopio
Un abrazo
Buenas salenas, Mos. Gracias por estar ahí. Va otro abrazo.
ResponderBorrarSamsara y Nirvana
ResponderBorrar