miércoles, 6 de junio de 2018

Cruce de cuentos

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Por Juan Felipe Gómez

En la serie británica-estadounidense Penny Dreadful, el guionista John Logan creó un excepcional pastiche con personajes de la literatura clásica de terror. Así, vimos en pantalla un entramado argumental con un hombre lobo, brujas, Drácula, Dorian Grey, Frankenstein y otros engendros interactuando a lo largo de tres temporadas. Aunque para algunas personas la palabra “pastiche” pueda tener una connotación peyorativa, en su esencia define un procedimiento creativo y estético válido en diferentes expresiones artísticas desde el siglo XVIII.    

Para los amantes de éstas obras canónicas puede resultar sacrílego atreverse a poner fuera de su mundo original a los personajes y criaturas que tuvieron su concepción original en la mente de grandes maestros, los cuales difícilmente pudieron imaginarse que con su inventiva y el pulso de sus plumas dejarían una herencia susceptible no solo de leerse, sino de recrearse, transformarse y ampliarse de manera insospechada, aunque no siempre con la misma fortuna.

Reconocemos entonces que adaptaciones, pastiches y secuelas son formas de homenajear y preservar la memoria literaria de una sociedad, que de esta forma se expande y nos permite conservar el asombro y la fascinación por personajes y tramas que han calado en lo profundo del imaginario cultural más allá de las fronteras de los territorios donde han surgido.

¿Drácula en Bogotá? ¿Fausto como subtitulador de películas? ¿Mary Shelley estudiante de medicina? Sí, éstas y otro puñado de recreaciones están presentes en el volumen con el que Miguel Mendoza Luna obtuvo el Premio Nacional Libro de Cuentos 2017 de Idartes: El asesinato de Edgar Allan Poe y otros misterios literarios.

Con una prosa tan clásica y prolija como la de algunos de los autores homenajeados, estos nueve cuentos nos llevan por los recovecos de una tradición literaria donde el periplo vital de los escritores resulta tanto o más fascinante y misterioso que sus obras. Mendoza Luna, que tiene en su haber una biografía de Truman Capote y un estudio sobre asesinos en serie, arriesga no solo en poner a personajes emblemáticos en nuevos planos temporales y geográficos, sino en la reconstrucción de momentos donde la vida y la obra de los creadores se pudieron entrecruzar. De este modo presenciamos el encuentro del inquisidor Heinrich Kramer y una de sus perseguidas (Noche de brujas); somos testigos de cómo el gran Dostoievski empeña su máquina de escribir para saldar una deuda con Dimitri Karamazov y, en el juego de la ruleta, y de la vida, termina convertido en novelista y no en asesino (Ruletenburgo); encontramos a la más famosa criatura de Franz Kafka en la escena de un crimen real que ha inspirado muchos horrores (Regreso a Amitiville); y se nos presenta la encarnación del Doctor Jekyll y Míster Hyde en un funcionario diplomático escoces que ha sido aparentemente “emburundangado” y víctima de un paseo millonario en Bogotá (El elixir de Jekill).

En el relato que da título al volumen cumplimos el que puede ser un sueño de cualquier fanático de Poe: ver al detective Auguste Dupin resolviendo un nuevo crimen, en este caso el de su propio creador, en una trama acertadamente truculenta y digna de los febriles arrebatos narrativos del fabulador de Boston.
       
El juego de disociaciones, la dualidad, el misterio, la metatextualidad y las nuevas lecturas de los clásicos propuestas por el autor dan cuenta de un trabajo esmerado y que enriquece el panorama de la cuentística contemporánea, tan dada al facilismo y la anécdota insulsa. Después de estos cuentos podemos volver una y mil veces a las historias originales, con el asombro renovado y la inquietante sensación de que esos personajes persisten en otras páginas, persisten en nuestra mente de lectores y nos pueden acechar a la vuelta de cualquier esquina.       

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Publicado por Revista Corónica
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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