José Alias. Madrid. Mayo MMXX.
Vuelvo a escribir
con lápiz sobre papel
-esto es una copia-
mientras haya bosques
seguiré con estos materiales
Aunque luego tú me leas
en una pantalla
-mientras haya red-
Esto, como todo, es algo sin tiempo
La caducidad
nos empuja
hacia ese lugar sin límites
Mantengamos la calma
entre esta destrucción silenciosa
saturada de ruido
hasta el último aviso.
*
Escribir hasta olvidar
el material, los garabatos, no saber si es barro o tinta, agua o fuego, ayer o
mañana, recomponer lo fragmentario, los
presentes que se disuelven antes de poder atraparlos, poseerlos, fijarlos como
mariposas con alfileres -esa terrible obsesión de los dormidos-.
Sólo átomos,
partículas, secuencias emergiendo de
algún lugar sin nombre, dispuestos para el juego de espejos... la luna en el mar riela, en la lona gime el
viento y alza en blando movimiento olas de plata y azul…(1) mientras
disfrutamos del espectáculo, mientras
dure la guerra interminable, la paz inalcanzable, la pandemia inexplicable
según los expertos y sus cálculos dentro de la tinaja; la ruleta sigue girando
entre el rojo y el negro, no hay números para todos, las apuestas son a ciegas.
La poesía es un caracol nocturno en un rectángulo de agua. (2)
Las reuniones
virtuales, las virtudes cardinales, como los puntos para enmarcar el espacio y
otras invenciones parecidas. A ver si inventan una vacuna, dicen, y
volvemos a la normalidad de seguir
atónitos y exhaustos, perdidos en el espacio: piedra papel tijera lagarto Spock. (3)
*
El poema que abre este
texto lo escribí mucho antes de la aparición del coronavirus, no quise
publicarlo en papel, lo grabé con otros cuantos y luego mi amigo Raúl Sánchez
le puso música y lo colgué en la red desde el trapecio de mi circo, mientras
los monos me revoloteaban por la cabeza. Ya había tenido un par de sueños en
los que caminaba por calles vacías, neblinosas… mis pasos en esta calle resuenan en otra calle… donde sólo es real la
niebla…(4)
y una noche me desperté con las tripas a punto de reventar, me apresuré al
baño, pero ni por arriba ni por abajo conseguía destaponar el entuerto, el orín
también se negaba a salir, perdí la noción, no sé por cuánto tiempo, y regresé
empapado en sudor, doblado sobre mí mismo, eliminando por los poros aquello que
me acechaba desde dentro como una muerte. Fui recuperando el cuerpo que empezó
a temblar sin que una solo parte faltase al festín de los espasmos. Temblaba
como si no hubiera límite, me puse más ropa, me metí en la cama, el sudor era
como un lago azotado por una tempestad, los temblores incontenibles me dieron
la posibilidad de desesperarme o de contemplar, elegí esta última sin pensarlo,
sin pensar. No estaba fascinado, no había enfado, no sentía miedo ante ese fenómeno
intemporal del que no tenía apenas control, sólo podía observarlo: ni demasiado
tenso, ni demasiado suelto, dejarlo ser que dice el buda, sabía que me estaba
sanando, tal vez curando…
No sé cuánto duró todo
el proceso, al volver me dolían todos los huesos, todos los músculos, todas las
cosas de las que podía ser consciente… ahora sé que el virus o lo que fuera,
así me parece, el 19 o el 20 quién sabe, estaba dentro y que lo vencí… no iré a consultar videntes, ellos también
tiene sus códigos, sus códigos y sus visiones…(5) Continúo viajando al fondo
de la noche, al hilo de la luz, jugando en la rayuela, despertando en cada
sueño lejos del mundo, en medio de él, sin la presencia cálida de los que ya no
están en este planeta irrepetible, con la distancia lejana de los que
quisiéramos cerca.
*
No creáis en la fuerza de las tradiciones,
por más que se las haya honrado desde hace muchas generaciones y en muchos
lugares; no creáis algo porque muchos hablen de ello; no creáis en la fuerza de
los sabios de antaño; no creáis lo que vosotros mismos hayáis imaginado,
creyendo que un dios os ha inspirado. No creáis en nada sólo porque lo sostenga la autoridad de
vuestros maestros o sacerdotes. Luego de examinarlo, creed sólo lo que vosotros
mismos hayáis experimentado y reconocido como razonable, y que resulte en vuestro
bien y en el bien de otros.
Serena tu mente, esta es la enseñanza de
Buda.
*
Citas
(2) José Lezama Lima
(3) Sheldon Cooper
(4) Octavio Paz
(5) Julio Cortázar
Excelente texto, con la maestría de quien ha caminado, pensado, sentido todo este mundo convulso y, ahora, nos invita a la calma, a jugar a la Rayuela y a piedra, papel, tijera, Cortázar, Sheldon...
ResponderBorrarGracias por el comentario al hilo, entrañable,transformando el final del juego de Sheldon en una cronopiada digna de un poeta como tú. Saluenas.
ResponderBorrarSaluenas.
Amigo escritor,
ResponderBorrarMe admira como juega con la palabra, a veces en poesía otras en prosa o en haikus.
y allí me sumerjo en " esa hora que puede llegar fuera de toda hora..." y me deja sin argumentos.
Gracias por hacerme sonreir.
"Agujero en la red del tiempo".. en los dominios de Jai Sing en New Delhi... gracias amiga lectora por recordar la Prosa del observstorio de mi querido JC.
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