jueves, 23 de julio de 2020

Dibujos en al agua (diez)

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José Alias. Sierra de Gredos/Madrid. Julio MMXX





Aunque no tenga casi nada
que decir
usaré las palabras
como señales
signos
avisos
fuera de lugar.

Cuando alabamos o nos quejamos en la red, escribiendo públicamente a los amigos, compartiendo fotos lindas de perros, gatos u otros felinos o mamíferos divinos y humanos. Cuando damos, en suma, nuestra opinión, mostramos imágenes propias o ajenas, comidas familiares o botellones pro covid 19 y derivados. Cuando nos expresamos de mejor o peor manera, me pregunto, nos preguntamos si estas comunicaciones, además de la inmensa mayoría que mira y calla, de los que ponen algún “me gusta” o comentario o los que aprovechan nuestra iniciativa para hablar de su tema, tenga o no que ver con lo publicado, nos planteamos más de una vez, viaja por nuestro cerebro la duda, si hay alguien más al otro lado de la pantalla, observando en la sombra, y nos apunta en una lista negra o marrón que luego nos pasará la cuenta publicitaria para vendernos deseos, productos, salvación de almas u otros tejemanejes invisibles.



Dicen que son algoritmos, robots programados para responder maquinalmente a nuestros pretendidos aportes humanos a este medio digital mecánico y depredador de todo tipo de comida basura, predigerida o para gourmets.
Otros comentan que son ejércitos de becarios malpagados, amarrados por la nece(si)dad al duro banco de una galera turquesa, o de otro color, acunados durante horas por una música de ambiente, seductora y pegajosa sin pasado ni futuro, mientras echan culo en el asiento y devoran palomitas y jilgueros.
Incluso he leído opiniones en artículos de fondo o superficie, que apuntan a espionajes sofisticados de estados totalitarios, que miran y escuchan para controlar el mundo y a sus esbirros o disidentes. Una especie de Gran Hermano que conoce nuestros planes en Un mundo feliz y los dirige a su antojo tras un barniz, más o menos burdo, de futuro delimitado, marcado, y dulce tolerancia de manual.
¿Realmente hay alguien ahí que no da la cara ni señas de su existencia? O es nuestra habitual paranoia cargada de ansiedad la que nos hace creer en teorías conspiranoicas entre descerebrados, terraplanistas y hombres de negro con o sin frac ni pajaritas de papel.



Pido la palabra
la tengo la tomo la miro 
desvanecerse en el aire 
nada queda 
salvo un eco
que ilumina el espacio
o llena 
de negro la ausencia
el hueco
el silencio.


El sistema no es algo ajeno, no es sólo una élite que maneja los hilos de las mareas lunares, somos todos y cada uno de nosotros, todo está interrelacionado, nada existe de manera independiente, tu respiración, ese pequeño y poderoso proceso invisible que nos da y mantiene la  vida, funciona de manera similar en otros que piensan y sienten de manera diferente. La responsabilidad individual parece estar dormida, delegando sus posibilidades en una especie de limbo o nube en la red, alojada en un lugar ignoto pero en apariencia real como la vida misma, la actual, que ya es otra.





CODA FINAL

Voy a hacer algo imposible:
Poner en orden este mundo
y disfrutar luego de semejante hazaña.

Continuará…

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Publicado por jalias
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

2 comentarios:

  1. Interesante reflexión.
    Necesitamos dormir, pero sólo unas horas al día, no toda la vida.

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