domingo, 13 de marzo de 2022

Ser feliz o lo Pequeño cotidiano y lo Grande excepcional 🎧

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En lo Pequeño se halla la verdad de la vida. Lo Grande es un fenómeno excepcional. Lo Grande es casi un malentendido. Hay personas, unos pocos, que viven en lo Grande y mueven los engranajes de la Historia. También están los que tienen un destino aparentemente pequeño, y que llegan a alcanzar lo Grande porque descubren un Todo en sí mismos, aunque no tengan nada. Por el contrario, están los que parecen vivir en las alturas y, lejos de lo que indican las apariencias, son pequeños e indignos de la posición que ocupan. 

Ahora bien, para los que tenemos un destino en lo Pequeño no hay nada mejor que permanecer abajo. El deseo de subir a lo Grande esclaviza, mientras que perseverar en mantenerse abajo libera, y deja un gran margen de acción, para ir o venir, para quedarse quieto o avanzar. Lo Pequeño significa lo siguiente: ser consciente de nuestra verdadera condición, biológica, física, sexual, animal, mamífera, ajena a la trascendencia social, literaria o filosófica, o de cualquier otra índole, evitando ocultarnos tras el velo de las apariencias: exigencias performativas a las que nos avoca la necesidad de interpretarnos a nosotros mismos para sobrevivir.

Mejor dicho: el imperativo de parecer, en vez de ser, el personaje que los demás creen que somos. 

La idea es evitar que se active la maquinaria perversa que se pone en marcha en el mismo momento en que una mentira ha sido creída por las personas. Así, encarnar lo Grande a los ojos de otro individuo, gracias a su propio deseo (el deseo ajeno) de que seamos de tal o cual manera, nos aleja de la Verdad, aunque la actuación resulte efectiva. La permanencia en lo Pequeño se impone entonces como ejercicio cotidiano, sin olvidarnos de los momentos excepcionales en que es propicio emprender algo que sobrepasa nuestras fuerzas. De esta manera, poco a poco, la pequeñez puede devenir en grandeza. 

Quien busca lo Grande que hay en sí mismo debe construirse desde lo pequeño, en detalle, pieza por pieza, sin dejar vacíos ni puntos débiles en su estructura, partiendo de la posición más baja; es decir, la menos pretenciosa y, por ello, la más auténtica. 

De modo que solo se puede escribir como lo que somos: una energía en tránsito hacia la vida, hacia el mundo, hacia la naturaleza. Solo se puede avanzar sobre una verdad que se siente en los huesos, en la carne, en el cerebro. ¿Y qué tipo de ficción podríamos crear de esa manera? Lo único seguro es que no serán aquellos libros que una vez nos imaginamos poder escribir.
Pedro Ismael Cárdenas Ballesteros, Autorretrato

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Música:
Por probar el vino y el agua salada, del álbum La máquina de hacer pájaros, 1976.
Fabricante de mentiras, del álbum Nito Mestre y los desconocidos de siempre, 1977.
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Publicado por Pedro Ismael Cárdenas Ballesteros
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

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