miércoles, 26 de junio de 2024

Tocar y soltar

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(1) Quizás recuerden ustedes la historia de cómo el diablo y un amigo suyo estaban paseando por la calle cuando vieron delante de ellos a un hombre que levantaba algo del suelo y, después de mirarlo, se lo guardaba en el bolsillo.


Los nudos, los apegos, los hábitos detenidos en lo pasado o enseñándose con el porvenir, nos mantienen en constante zozobra y balancean nuestra mente de la preocupación a la esperanza, como pelotas rebotando en un campo de hielo o deslizándose por arenosas dunas recalentadas.
Las creencias en la forma de pensar del grupo, como si varias personas y sus interrelaciones fueran algo concreto, es otra irrealidad habitual. Cada persona un mundo, cada momento único e imprevisible. Ver lo que no hay parece ser algo habitual, hábitos que hacen monjes.
 
Hay filósofos que pretenden aportar nuevos puntos de vista, cambiar en su estructura psicológica la mente humana. Se puede deconstruir el lenguaje e inventar estilos diferentes, acomodar las expresiones a la manera del momento. La cualidad esencial, engarzada en este cuerpo/mente, no va a transformarse en otra cosa. La supervivencia se antepone a la vivencia y no hay modo de salir de la rueda repetida, de la mente que imagina cambios y revueltas mientras el mundo sigue dando vueltas. Tocar y soltar.
 
Renunciar al daño, al juego neurótico de intentar fijar la existencia, de querer tener razón, de parar el cambio no es fácil, ni difícil. Ya no hay día de ayer, hora anterior, minuto pasado. Aún no hay pasado mañana, el mes que viene, el próximo año. Apariencia eterna del presente circular o elíptico.

En el fondo, como nada sabemos, lo mejor es estar de acuerdo con nuestros vaivenes mentales. No ofrecer resistencia ante ninguna idea. Por muy descabellada que parezca no es más que una reunión de pensamientos y frases, a los que nos parece dar un sentido concreto con el que formar una teoría plausible, un cierto sentido dentro de nuestra ignorancia básica ante el misterio de la existencia. La verdad es una tierra sin caminos.

Renunciar a la alucinación del control. 
Parar, observar, por momentos. 
Mirar el claro espacio 
entre espacios.

Vernos tal cual, sin ideas preconcebidas, interpretaciones caprichosas, supuestos decorados.
Tocar y soltar lo que llegue a nuestra mente, dejarlo ser tal cual es.

¿Cómo es, porqué, para qué? No sabemos. Podríamos vivir por momentos, el misterio, con deferencia con uno mismo y todo lo demás. Empeñarse en tener razón, ignorando o matando al otro, no es más que una muestra de nuestra desolación y desamparo. La inutilidad del latido que huye del paraíso.
 
Tu aspecto y tu expresión, tus ideas, me gustan o disgustan. Entonces decidimos y las consecuencias  llegan, aparecen, se hacen sólidas. Así vamos zigzagueando por el camino. Esto es lo natural, para qué darle vueltas. Observando tranquilos podemos comprobarlo y, en algún instante inesperado, algo se calma... por momentos.

No te gustan los que piensan diferente a ti ¿Puedes pensar tú de otra manera? Tocar y soltar...

Soltar por completo, al final del horizonte la misma meta para todos. Tocar, entretanto, notas intermedias como Joni Mitchell o sonidos cósmicos como Jimi Hendrix. El solfeo está bien, como recurso básico. Castillos de arena que se abaten frente al viento, bajo la lluvia y el sol de nuestra estrella de la muerte y de la vida. Yunques plateados para cincelar amuletos de pluma y vuelo. Alucinaciones y rebajas entre tinieblas, iluminaciones y no hay vuelta, puro flash de pista de baile.

 
Ahora que casi me he alejado por completo de editores, distribuidores, agradecido quedo, abandonando esperas de best-sellers en el espejo del Callejón del gato, he dejado en libertad varios libros a disposición de quien quiera descargarlos, aquí el acceso: josealiaslibros.blogspot.com

Nada personal, ninguna obligación. Nevermore, dijo el cuervo de José. Mezcal, dijo el cónsul bajo el volcán. Tocar y soltar...


(y 2) El amigo preguntó al diablo: ¿Qué recogió ese hombre? Recogió un trozo de la Verdad, contestó el diablo. Ese es muy mal negocio para ti, entonces, dijo su amigo. Oh, no, en absoluto, replicó el diablo, voy a dejar que lo organice.

(Jiddu Krishnamurti. Extracto de su discurso sobre La disolución de la Orden de la estrella)

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José Alias. Madrid capital.

Noche del Solsticio de Verano 2024

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Publicado por jalias
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autores. Revista Corónica es una publicación digital. ISSN 2256-4101.

2 comentarios:

  1. metafisico estais ...
    de lo que trata es eso, tener paz .

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    Respuestas
    1. Eso le decía Babieca a Rocinante... espero que le hayan gustado las referencias guitarreras, maestro del rasgueado triple. Y, sí, no hay nada como tener paz. Abrazo partío.

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